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Cuando el ARTE es el anfitrión

El interior de un hotel que en esencia es una galería de arte contemporáneo,
despliega en sus interiores coloridas y dramáticas piezas de artistas mexicanos y
europeos, convirtiéndolo en una inusual y exclusiva propuesta de alojamiento.

Ubicado en el centro de la ciudad colonial de San Miguel de Allende (estado de Guanajuato), el Hotel Matilda se presenta innovador, icónico y progresista. Es pionero experimentando en la hotelería temática, y prueba que los viajeros internacionales se han percatado de esto, es que los lectores de Condé Nast Traveler lo calificaron como el
mejor hotel en México, además de haber sido destacado como tercero del mundo en el año 2016. Recientemente recibió premio al Mejor Hotel de México y entre los mejores del mundo en Travel and Leisure 2019.

“Desde su apertura -en el otoño del 2010- nos hemos comprometido a ofrecer una experiencia dinámica y emocionante a nuestros huéspedes. Como en ningún otro lugar, creemos que la hospitalidad comprensiva y exitosa implica crear un estilo de vida aspiracional”, afirma Bruce James, director del hotel, quien encargó a la Agencia Soulity (Miami Beach) desarrollar una consultoría en hospitalidad.

Recientemente, la ciudad de San Miguel de Allende cumplió 500 años de antigüedad. La atmósfera ancestral colonial domina completamente la localidad, excepto en Matilda donde el huésped ingresa desde las calles empedradas y las construcciones de adobe directamente al siglo XXI. Las líneas limpias, las superficies suaves y los colores neutros son el lienzo de obras de arte e instalaciones estratégicamente colocadas.

Un equipo interdisciplinario estuvo a cargo de este proyecto que ocupa un total de 4.500 metros cuadrados. Marco Martínez Valle fue el arquitecto y contratista general, y el diseño interior tuvo la autoría de Mc. Alpine Booth & Ferrier Interiors (estudio con sedes en Nashville, New York y Atlanta). Son en total 32 habitaciones y suites divididas en cinco categorías: deluxe rooms, grand deluxe rooms, junior suites, luxury suites y owner’s suites. Todas están lujosamente equipadas con una particular intervención artística realizada in situ. Las sábanas de 250 hilos y los textiles de lino en 400 hilos fueron realizados artesanalmente en México, en base a materiales europeos, y hacen eco del pavimento en mármol mexicano de Calacatta con vetas blancas y grisáceas, elementos de gran porte y exquisitez.

Todo este encuadre otorga un sugerente marco a las obras de arte del reconocido fotógrafo de Ciudad de México, Eduardo Dayan, cuyas fotografías -que representan escenas icónicas de ambientes mexicanosle añaden a cada habitación el sentido artístico local.

Respirando arte
Reforzando el alma artística de un pueblo conocido por sus escuelas de arte que atraen a prometedores artistas de muchos países, en el Hotel Matilda las colecciones de obras se componen de piezas permanentes que se actualizan continuamente.
Varios artistas mexicanos de vanguardia fueron comisionados para crear piezas importantes específicamente para el hotel, incluyendo una pared interior, donde se exhibe la obra de Bosco Sodi, quien trabaja con materiales orgánicos y colores creando una energía intangible que intensifica el diálogo. Para el techo de la bóveda en el lounge fue convocado Aldo Chaparro, cuyas obras se enfocan hacia las relaciones visuales entre los objetos naturales y artificiales, y para la parte posterior de la recepción, Nacho Rodríguez, propone una obra que se caracteriza por ser de un estilo sin época definida, utilizando una diversidad de medios para explorar el significado de la forma y desvanecer las líneas entre el arte y otras disciplinas.

 

Un hotel se vuelve un destino cuando atrae viajeros selectivos en
busca de una experiencia de estilo de vida sofisticada, única, dentro
de una atmósfera de lujo y glamour.

 

Canalizando el arte contemporáneo que adorna superficies y espacios del hotel, los dormitorios son como lienzos que fueron pintados en las mismas tonalidades y con la misma temática: una fusión de arte y diseño que los convierte en piezas de arte en sí mismas, que suma a una experiencia lujosa y confortable a la vez. Los baños muestran
una original apuesta donde el arte también penetra en los muebles de tocador personalizados y deslizables, que funcionan como espejo y como ventana, y donde las toallas están hechas de suave algodón egipcio de fibra larga.
“Los huéspedes desean ser parte de la escena, participantes activos de lo que acontece y no meros observadores desde el exterior”, explica James. “Este es el estilo de vida aspiracional que el Hotel Matilda se ha impuesto a sí mismo alcanzar y brindar. Siempre está evolucionando, exigiendo que sigamos innovando y creando nuevas experiencias que capturen los corazones y las mentes de nuestros visitantes”.

Ecología, diseño y paisaje
El Hotel Matilda tiene una ganacia ecológica real ya que los paneles fotovoltaicos producen hasta el 30% de las necesidades de electricidad, en tanto los paneles solares calientan el agua para las habitaciones, la piscina y otros usos diarios. Por medio de la compañía local que gestiona los residuos, se compostan los desechos orgánicos, mientras el vidrio, el plástico, el papel y otros desechos inorgánicos se reciclan. El sistema de iluminación funciona con domótica y automatización para atenuar y controlar el uso, reduciendo así el consumo de energía.
La mayoría de los materiales y componentes de la construcción y decoración son mexicanos, entre ellos el mármol de los estados de Hidalgo y Puebla y los provenientes de las canteras del estado de Querétaro. La totalidad de la iluminación, los materiales del interior, los accesorios y la tapicería son también hechos a mano por artesanos locales.

La colaboración de Pancho Ibáñez, el chef mexicano más aclamado del momento fue el golpe maestro del concepto “estilo de vida Matilda”, logrando colocar al hotel en el mapa culinario, y consagrándolo como un destino gastronómico de México en un periodo corto de tiempo. El Chef Ibáñez explica que los platos de su carta en el restaurante Moxi, se
basan en ingredientes locales y de temporada. Las elecciones son de alma mexicana pero inf luenciadas por un exigente paladar internacional con sabores, texturas, combinaciones y presentaciones que son sutilmente familiares aunque al mismo tiempo exuberantes y originales.

La arquitectura del paisaje reproduce la topografía local y el uso de plantas típicas de la región completa el perfil ecológico. Las diversas especies comunes y sofisticadas crean un conjunto natural de colores y texturas, tanto para los doseles como para los jardines más bajos. En uno de ellos, la piscina de borde infinito, cuenta con sillas lounge, servicio del restaurante Moxi y del Müi Bar, que también funciona en la noche para deleite de sus huéspedes en esta suerte de magia urbana. De la piscina fluye una impresionante fuente de agua que cae sobre una gran pared intervenida, y tanto sobre ella, como en el remate de otras medianeras contiguas que recorren este de patio de artes, el estudio Sozo Landscaping (con sede en México y en Nueva York) se encargó de interpretar el espíritu de esta propuesta hotelera diseñando sectores verdes dotados de variedades de plantas propias del lugar, incluso en espacios semi cubiertos, con una especial selección de especies muy carnosas y decorativas, que generalmente conocemos por helechos pero responden a la familia de los espárragos (Asparagus densiflorus).

El estilo de vida Matilda continúa evolucionando, es un
gran experimento en hospitalidad de lujo que está satisfaciendo los
deseos y necesidades de los viajeros hoy en día.

El spa de relajación se centra en lograr el total bienestar en base a tratamientos realizados por personal experimentado para las necesidades y preferencias individuales. Se ubica en un jardín íntimo y tranquilo que cuenta con cuatro salas de tratamiento, incluida la sala para parejas, y otra con baño de vapor y tina, dos patios, una sala de relajación interior/ exterior con una chimenea para el pre y post-tratamiento, además de un gimnasio con cardio y equipo de entrenamiento de fuerza, distribuidos en 450 metros cuadrados. El ingreso al spa fue representado como una antigua botica, patinas mexicanas en el mobiliario y antigüedades escogidas especialmente para darle el clima de un laboratorio de especies y aromas, ya que los productos de belleza y cuidado del cuerpo se elaboran allí especialmente para cada huésped, quien puede sumergirse en ellos sin límite o aprovechar los beneficios de un Hammam estilo turco con aromaterapia.

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