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En una tiza como las que conocimos en la escuela, Sebastián Peter talla sus esculturas. Las elabora en una sola pieza, sin moldes ni pegamento, desarrollando hasta el momento miles de obras que abarcan 248 temáticas.

A los 11 años, mientras cursaba la escuela en el Colegio Erwy School, Sebastián comenzó a formarse en el arte con José Arditti. Luego continuó estudios en el Instituto Crandon, compartiendo los estudios secundarios con la cerámica. Hizo dibujo publicitario en la Escuela Pedro Figari, y siguió con talleres de arte en el exterior. A los 12 años decidió que quería ser artista plástico, y desde ese día no paró, completando con estudios en el exterior a los 19 años.  “Mis secretos son la perseverancia, la sensibilidad, la intuición y el amor por lo que hago, que me permiten trabajar con las mismas ganas del primer día, pero con la experiencia de un hombre apasionado por su profesión”, afirma.

Me gusta crear colecciones que sorprendan y emocionen”.

Las microesculturas de Sebastián Peter son en tiza escolar de 9 mm diámetro y 10 cm de largo. El proceso de tallado es a la vieja usanza, sin apelar a la tecnología. “Entrar en estados de concentración y visualización es lo que me permite realizar mi obra, ya que no existe margen de error. Las tizas son piezas muy delicadas y llevan un proceso de endurecimiento”, explicó.

¿Qué te atrajo de la tiza?
Los grandes artistas. Luego de un proceso de investigación, me puse como objetivo crear algo que nunca hubiese visto y así llegué. Con esta base, las escaleras son recurrentes en mi obra, ya que cada escalón representa la decisión de seguir adelante.

En el concepto sin fin me inspiró Carl Jung en su Enantiodromía. El espiral armónico me inspira a todo porque la matemática de la naturaleza es perfecta. El infinito, inspirado en la cinta de Moebius, la aplico en muchas de mis obras, ya que si lees la obra de arriba hacia abajo te hace subir nuevamente y recorrerla eternamente. Llegar a los eslabones significó utilizar matemáticas en la escultura, en uno de los tallados más complejos y súper disfrutables.

Estoy en constante creación y opté por realizar esculturas en tiza con mi marca personal. Además, trabajo el dibujo a lápiz, óleo y el arte en mosaico. Mis obras fueron influenciadas por los grandes maestros impulsores del arte, como Miguel Ángel, por eso el gran cuidado que le doy a los detalles, realizo mis propias herramientas y no tomo atajos.

La precisión es fundamental en todo lo que hago, así como también el control absoluto incluso de la respiración. En el mosaico aplico la fuerza para los cortes de las piedras o cerámicas, y en las esculturas de tiza, la delicadeza y precisión en cada movimiento. Mi objetivo es transmitir lo que me dice la intuición, para hacer que mi obra me emocione cuando la culmino.

“Siempre evité las modas y mi mejor escuela fue y es el ensayo y error”.

¿Cómo ha sido la evolución de tu trabajo aquí y extramuros?
Mi evolución ha sido significativa, tanto en pintura, mosaico, dibujo a lápiz, poesía y esculturas en tiza. Soy exigente, porque amo lo que hago y trato de dar vida a cada obra, y sentirme pleno con el resultado. He realizado muchas exposiciones en el exterior y también en Uruguay en las que utilicé la libre expresión, pero con una temática siempre fuerte.

Cuando me hacen un encargo, es para tener una obra diferente, que genere emociones y sea exclusiva. Eso es un diferencial importante. Si es para un obsequio, los clientes saben que entregan algo único, con una elegancia y delicadeza que sin lugar a dudas generará muchos sentimientos a la hora de recibirlo. Mi intención es que esa obra les toque el alma.

También realizo obras a nivel corporativo, porque obsequiar una pieza de arte con los datos de la empresa, brinda prestigio y diferenciación. Cuando el cliente ve la obra, ella le “dice cosas” y eso es lo máximo para un artista.

¿Cómo fusionar la tiza, el mosaico o el mandala en los espacios interiores? ¿Qué puntos de encuentro propone tu obra?
Cuando alguien descubre un elemento que nunca vio y que lo emociona, eso queda, se siente.  El punto de encuentro es el sorprenderse con una técnica tan diminuta como original. El mosaico, los mandalas, las esculturas en tiza se fusionan y forman parte de los espacios interiores porque todas son expresiones del arte.

Actualmente continúo con la misma energía del principio, o incluso más. Trabajo desde las 7:30 horas en mi atelier y no tengo un horario de finalización, ya que me guío por la inspiración y la intuición, que no se equivoca. Creo que hay que ser cuidadoso y respetuoso cuando hablamos de arte. En Uruguay “hacerse el artista” es fácil, pero ser artista es algo que no se estudia, se lleva en la sangre y se siente en lo más profundo del alma.

El perfil de mis clientes va desde un enamorado que quiere rosas para su novia, hasta políticos, empresas multinacionales, decoradores, y particulares que llegan a transformarse en coleccionistas. Es un taller de arte diferente, porque si bien tengo obras en exhibición, generalmente creo obras exclusivas.

En cada una de las temáticas que Sebastián Peter aborda no solo está la escultura, sino que hasta el marco es parte de la obra. La tiza es para este artista un vehículo para transformar y transportar sus ideas. Debido a su original técnica, sus producciones son perfectamente portables, y recientemente culminó lo que considera la obra más importante de su carrera: “Tango y Vino”.

Se trata de una colección limitada, creada especialmente para los principales miembros del Foro Internacional de Vitivinicultores, que se realizó entre el 27 y el 29 de agosto en Montevideo y Canelones, en la que se inspiró en las vides de la localidad de Las Piedras. Ese fue el leitmotiv para homenajear a Julio Sosa, “El Gran Tanguero”, en tres esculturas de tiza: el hornero, el músico con su bandoneón, y la botella de vino, con un marco especialmente diseñado para la ocasión, el que personalmente el artista entregó a autoridades. Ésta serie de obras hoy se encuentra en diferentes partes del mundo, como “embajadora” del Uruguay.

El caracol, la cinta de Moebius, los eslabones y el concepto de “sin fin” actúan como disparadores en este artista que cita a su familia como motor principal de su trabajo, orgulloso del equipo que ha logrado y en especial del aplomo de un gran pilar, Alicia Drinkwater, encargada de comunicación de su atelier. Aproximadamente el 90% de sus obras viajan al exterior. Sus esculturas en tiza, que crea desde hace 15 años, siguen siendo únicas en Uruguay y el autor asegura que también a nivel mundial, teniendo en cuenta su presentación, terminación y equilibrio. Esto redunda en el valor que les dan sus clientes extranjeros quienes, según Peter, “saben que no están comprando un objeto, sino que están adquiriendo arte”.

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