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IRONHIDE premiado por ADDIP

El mundo del videojuego buscó las claves para permeabilizar identidad y diversión al servicio del diseño de un tipo de espacio que tiene a los adolescentes como protagonistas. Las encontró a través de una apuesta bien jugada con una impronta sumamente original. 

Las oficinas de IronHide constituyen un importante desafío de diseño corporativo para una empresa de videojuegos absolutamente revolucionaria en Montevideo. El encargo realizado al Estudio Martínez Rudolph Arquitectos gozó de las mayores libertades creativas y muy razonables condiciones para su ejecución. Esto permitió un diálogo fluido en lo conceptual y ejecutivo a lo largo del proceso de proyecto con los comitentes. Los arquitectos Sebastián Martínez y Nicolás Rudolph, que han sido reconocidos con premios nacionales e internacionales por éste y otros proyectos, establecieron como  corolario “un espacio profundo, diáfano, equipado y fuertemente caracterizado”, en base a una propuesta interiorista no investigada hasta el momento desde el punto de vista del diseño. En particular acaba de ser premiado en la 12ma. Edición de los Premios ADDIP a la Excelencia en Obra Realizada categoría Espacios de trabajo. 

En particular, la oficina de IronHide fue premiada recientemente en el concursoARQADIA América”, como el seleccionado nacional por Uruguay en la categoría interiorismo. El jurado compuesto por los arquitectos Gabriela Pallares y Flavio Morán lo seleccionó bajo el fallo que lo establece como una “Propuesta de gran claridad formal que se fundamenta en la unificación de apartamentos contiguos generando una espacialidad continua de gran carácter. De una planta aparentemente tradicional o estructurada,  en su interiorismo resulta un recorrido lúdico, sensible, matérico, y dinámico. Se valora la generación de un ambiente estimulante sin perder claridad funcional ni homogeneidad de identidad a través  de la cinta u oruga policromática, y la banda organizadora. La flexibilidad espacial lograda permite una redefinición eventual de posibilidades y configuraciones de trabajo, que supone un valor agregado adicional para el cliente, y en particular al programa corporativo. El proyecto sostiene en los hechos el discurso conceptual presentado”.

El programa exigía espacio para treinta y cinco puestos de trabajo, cómodas salas de reunión, cubículos para vídeo conferencias, una recepción/biblioteca, un living de esparcimiento, comedor y área de recreación, más una terraza de expansión asociada a los escritorios. La totalidad de las funciones se organizaban en un piso completo de un edificio de oficinas de la Ciudad Vieja. Por su parte, la planta representaba la fusión de cuatro apartamentos. Esto generó una tipología por defecto desordenada en sus bordes geométricos. El secreto estuvo en homogeneizar las condiciones de trabajo desde algunos recursos compositivos y espaciales.

Al ingreso, el recibidor con un potente logo isotipo, en tanto punto centrífugo de la planta, segrega el área de entretenimiento del área de trabajo. Esta última se divide en tres sectores: el equipo amarillo, el verde y el azul. Este gradiente va dejando paso al espacio de reuniones, de color violáceo. En tanto, el acceso se torna anaranjado, con un modulado y vivaz living de esparcimiento, y se convierte en un gran sillón equipado. Por último, el helminto transmuta en portal de recepción entre rojizos y bermellones, dando lugar al área de juegos y comedor, guardando aquí un posible espacio de crecimiento para un futuro equipo de trabajo.

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Así, el devenir cromático se apropia de los usos, codificando el espacio de manera amable y comprensible. Esta relación de colores encuentra cabida en un módulo espacial que acusa recibo en el moqueteado como en la banda articulada que recorre todos los espacios. A modo de apoyo, aparecen pequeñas cápsulas o espacios complementarios como salas de vídeo conferencias, su completo revestimiento en madera da una calidez diferencial al resto del espacio. A su vez, las paredes se convierten en pizarras, superficie de anotación, diversión e invención para los equipos de programación, diseño y creación de la compañía.

Como singularidad, la distribución general no tiene jerarquías, la oficina carece de dirección, los jefes se mezclan con sus funcionarios en los escritorios del despacho. Esta concepción horizontal también beneficia la interacción entre todos los componentes de la oficina. De esta forma, el espacio del living, el área de juegos asociada al comedor, y la propia terraza con su templada madera, con una característica vista portuaria de Montevideo, son promotores de la intercomunicación permanente.

Los espacios de trabajo, superando la lógica de despacho celular, se funden en una oficina paisaje o Bürolandschaft. El desafío del proyecto es convertir la oficina en una usina productora de ideas, cuya racionalización depende de operar desde la multiplicación de posibilidades relacionales. Los autores tomaron este concepto y el siguiente: “La versatilidad organizativa pasa a ser uno de los objetivos primarios, las reconfiguraciones a lo largo de la vida del edificio deben ser prácticamente ilimitadas” de la publicación de Iñaki Ábalos y Juan Herreros, “Técnica y arquitectura en la ciudad contemporánea  1950-2000” (Editorial Nerea, S.A. San Sebastián, España, año 2000). A decir del Quickborner Team (Movimiento y equipo alemán (1950) pionero en la planificación del espacio de oficinas de planta abierta y flexible) “La flexibilidad se concibe también desde una perspectiva temporal; así el edificio queda más ligado a la climatización artificial y provisión de energía que a la subdivisión de recintos”.

Así, los parámetros organizativos toman cierta independencia de los problemas constructivos y pasan a vincularse con lo que permite el mobiliario. El espacio de trabajo contemporáneo, más supeditado a lo virtual, requiere de un ámbito que rompa la relación taylorista entre elemento y la totalidad física, en una cadena productiva, que ya no recorre desarrollos unívocos.

Premios más allá de la consola de juegos

Fue una iniciativa del estudio presentarse al “American Architecture Prize (AAP)” en su primera edición sobre mitad de este 2016, al visualizarlo como “un concurso sólido, con gran proyección internacional y fuertes posibilidades de crecer en el futuro”, comenta Rudolph. Una vez recibida la invitación por parte de la organización del AAP, luego de ver publicaciones en medios americanos como Architizer (dos proyectos), no dudaron en presentarse al ver que el concurso contaba con jurados de la talla de César Pelli, Ben Van Berkel y Zaera Polo. Así, este estudio compuesto por profesionales jóvenes (ambos de 30 años de edad y asociados hace dos) optaron por presentar tres edificios pertenecientes a proyectos de su etapa de estudiantes.

En fusión con otros colegas, los miembros de Martínez Rudolph Arquitectos ganaron los siguientes premios en el AAP comprendidos tanto con alcance de diseño arquitectónico como del paisaje: Simbiosis (proyecto Final de Carrera de Sebastián Martínez), fue galardonado como el “Nuevo descubrimiento del año” en la categoría de Arquitectura en el Paisaje, obtuvo premio de oro en la categoría Arquitectura Educativa en el Paisaje y premio de plata en la categoría Arquitectura Educativa. El Proyecto de final de Carrera de Nicolás Rudolph y Leandro Villalba, Monumento, obtuvo el premio de plata en la categoría Arquitectura Cultural, sumándose a la mención honorífica obtenida en 2013 en el concurso latinoamericano “Arquisur”. La Casa de Arquitectura Rifa G07, ganadora del “Concurso de Vivienda 2012”, obtuvo el premio de plata en la categoría Arquitectura Residencial de los AAP 2016. Dicho concurso es una coautoría de los Arquitectos Patrick Apolant, Pablo Canén, Joaquín López, Sebastián Martínez, Nicolás Rudolph, Omar Vila y Leandro Villalba.

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