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Librerías improbables

A través de barcos, camellos, cabinas telefónicas, estaciones de ferrocarril, hoteles, pop-ups, pubs, heladeras, en la playa o un parque, en senderos o jardines… he aquí las bibliotecas del futuro. Son solo estantes, y a veces ni eso, solo la tierra y el cielo como sostén.

Los libros y la cultura permanecen triunfalmente vivos en todo el mundo. El diseño y la arquitectura del paisaje puestos a su servicio han dado vida a muchos proyectos interesantes, que fueron recogidos en abril de este año en el volumen “Improbable Libraries”de Alex Johnson (Thames & Hudson – www.amazon.com). El alcance de esta modalidad es verdaderamente global, sobre todo por tratarse de instalaciones a cielo abierto y en estrecho vínculo con el paisaje y la naturaleza. Así lo muestran las increíbles imágenes recogidas por Johnson en este libro, algunas de las cuales compartimos con ustedes.

El Premio Diagrama se concede al libro más original publicado cada año. Ejemplo de ello son “How to Avoid Huge Ships” (1992) o “Bombproof your horse” (2004). Esta vez fue el turno de aquellas bibliotecas cuya locación no es la tradicional. Las bibliotecas improbables existen desde hace décadas en comunidades primermundistas, o bien en aquellas donde la cultura y el respeto por el otro es el principal valor, ya que el préstamo con devolución es habitual. Lamentablemente en nuestro país, la comunidad capitalina no ha tenido la posibilidad de experimentar esta integración literaria. Sin embargo, en San Gregorio de Polanco (Tacuarembó), una heladera antigua ubicada en la calle ofrece lectura a los transeúntes del pueblo o a sus visitantes. Lo que en un principio parece un gesto de corte puramente literario, desde el punto de vista del diseño refleja una amplia y maravillosa respuesta humana. No deja de sorprender la diversidad en la resolución de improbables locaciones para instalar una biblioteca, y más aún, la generosidad de la comunidad que la contiene, haciendo de la lectura un hábito vital.

Si leer implica un viaje que comienza en la imaginación, en la sección de aperturadel libro, Los libros y los viajes, este vínculo simboliza una fuerte asociación. No es casualidad que la legendaria biblioteca de Alejandría se haya establecido en una ciudad portuaria. Llevado esto al mundo contemporáneo, no es curioso el regimen de “bibliotaxi” que se lleva a cabo en San Pablo, donde es posible pedir prestados títulos en base a la honestidad, o en ciudades como Madrid, Santiago de Chile o el neoyorkino barrio del Harlem, que pusieron en marcha planes de préstamos en sus redes ferroviarias.

Por otro lado, existen lugares donde las bibliotecas en el hogar no son tan comunes como en nuestras civilizaciones. Sin embargo, en camello o en barco llegan a apartados rincones del planeta, donde la tarea de aferrados voluntarios logra arribar a comunidades remotas. Los hijos de los pastores nómadas en el desierto de Gobi reciben libros en camello, mientras el barco biblioteca “Epos” dota de lectura a las aisladas aldeas de la costa oeste de Finlandia. Estos proyectos incentivan y comprometen a los padres a transmitir a sus hijos el amor por la lectura. De forma similar, pero en formato de “biblioburro”, la novela “Brida” de Paulo Coelho puede llegar a zonas recónditas del Caribe de manos de un profesor de escuela primaria en Colombia a lomo de mula.

La solución puede ser pequeña, sencilla y con bajo requisito tecnológico como una rústica “casita en el árbol”, o una instalación con determinada envergadura, sea por su forma o locación. Las ideas abarcan desde una antigua cabina de teléfono en un pueblo de la campiña de Hampshire, a una grandiosamente futurista, como las “vainas planetarias” de Shigeru Ban en la biblioteca de la Universidad Seikei en Japón. De lo que no queda duda es que los libros han fusionado a los humanos con su identidad. Tal vez el mercado de bibliotecas improbables sea más grande del que podamos pensar. Sería bueno que así fuese, porque allí radica la esperanza de nuevos bibliófilos, que transitan por el mundo intercambiando honradamente sus ejemplares.

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