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Madrileña y monumental

Fotos  Plasmalia

LV House, una residencia familiar concebida bajo los más altos estándares de calidad, diseño y materialidad, se implanta con contundencia formal en las afueras de Madrid, como una obra de arte en el paisaje.

La casa está situada en un amplio terreno, sobre un perfecto césped ajardinado que envuelve las formas orgánicas de la piscina. El estudio A-cero, al mando de los arquitectos Joaquín Torres y Rafael Llamazares, fue el responsable del diseño y construcción, tanto en la estructura general como los interiores.

La obra, finalizada en el año 2014, ocupa 1.000 metros cuadrados en 3 plantas. La coherencia por las líneas y la monumentalidad la transforman en un enclave de referencia de la arquitectura contemporánea madrileña, en particular, aquella concebida a partir de conceptos escultóricos.

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El proyecto destaca por su sobriedad y por la fusión de gestos arquitectónicos. Una exquisita contemporaneidad invade los interiores, con superficies y detalles trabajados de forma inimaginable. Oros y aceros, travertinos y cueros, sedas y terciopelos, biselados y ribetes, espejos y cristales, transforman esta casa en un magnífico despliegue escénico de texturas y reflejos, minuciosamente diseñados y ejecutados.

La escalera que conecta los tres niveles es la protagonista del hall distribuidor. En la planta baja se encuentran los salones, livings, comedores, la cocina y zonas de servicio. Todas las estancias cuentan con amplios ventanales y una conexión total con el exterior, las galerías y el jardín. La planta alta está reservada a los dormitorios, que se distribuyen en un cuarto principal con baño y gran vestidor y otros cuatro en suite.

En el subsuelo fueron dispuestos un garaje, una zona de ocio para reuniones con amplia extensión hacia la piscina interior y un gimnasio. La casa tiene un ascensor para facilitar el acceso a los diferentes niveles.

En la propuesta de diseño de interiores fueron incluidos objetos originales de los propietarios y elementos decorativos de A-cero in, el Departamento de Proyecto del estudio, que se especializa en desarrollar mobiliario propio, como esculturas (tipo tótems o intervenciones en diferentes superficies). También fueron utilizados diversos accesorios procedentes de anticuarios o tiendas como Anmoder o Lou & Hernandez. El mobiliario de la mayoría de la casa es de Ipe Cavalli, y el de las galerías exteriores es de la firma Vondom.

Los cuadros de toda la casa son de la artista Mercedes Rodríguez y las esculturas de diseño llevan el sello del estudio. Torres y Llamazares diseñaron personalmente el mobiliario completo de la sala de fiestas  -sofás, mesas, sillas, barra del bar y banquetas-, al igual que el utilizado en el exterior, donde es posible encontrar tumbonas, mesas de centro, sillas y sofás.

Inmensidad con sello coruñense

Fundado en Galicia en 1996, el estudio A-cero cuenta con un equipo de más de 100 profesionales especializados que abordan proyectos simultáneos desde las sedes españolas de Madrid y La Coruña. Además, posee una oficina de proyectos extranjeros en Dubai, desde donde se desarrollan proyectos para Europa, Emiratos Árabes Unidos, Líbano, Rusia, Arabia Saudita y Estados Unidos. Joaquín Torres y Rafael Llamazares son arquitectos senior egresados de la Universidad de La Coruña, la principal ciudad gallega.

Su práctica evolucionó en forma paralela a las demandas, por lo que abordan una amplia gama de programas que comprende urbanizaciones, complejos turísticos, edificios de oficinas y de uso mixto, rascacielos, diseño corporativo, residencial y desarrollo modular. Apasionado y motivado, el equipo de diseñadores de A-cero crea proyectos innovadores y visionarios para sus clientes.

Torres marcó una filosofía desde el comienzo, que se mantuvo al incorporarse Llamazares: una concepción de la arquitectura moderna inspirada en el mundo del arte, especialmente en la escultura, conformando esto la concreción de un estilo propio. En 15 años de trayectoria, han consolidado un liderazgo sustentado en la experiencia, la organización y la coherencia que les permite crear singulares diseños. Todos esos elementos, junto a una enorme capacidad de gestión y de comunicación, han convertido al estudio en uno de los más destacados de España.

En sus inicios como profesionales admiraron a los clásicos, como Le Corbusier y Mies, con una especial atracción por la arquitectura minimalista de John Pawson, siguiendo también a maestros españoles como Ignacio Vicens y José Antonio Ramos. La casa de las Matas, realizada por estos últimos, les influyó de forma decisiva.

La casa de Juan Torres, padre de Joaquín, fue el primer gran proyecto del estudio. Se trata de una residencia de espectaculares dimensiones, con obras de arte clásico que generan un agradable contraste con las radicales formas contemporáneas. A partir de su diseño, la monumentalidad de las viviendas de A-cero quedó marcada como un sello distintivo del estudio, al igual que la libertad en el planteo de las estructuras y la distribución heterodoxa de los espacios domésticos.

De Kiesler a Hadid. Así como Kiesler oscila entre la ¨casa nido¨ y los espacios surreales y abstractos, A-cero se inspira directamente en el universo formal de la gran escultura contemporánea. Este dúo de arquitectos recrea geometrías en una larga evolución durante un periodo relativamente corto de tiempo, lo que los lleva desde el purismo de Le Corbusier a los últimos escorzos curvilíneos y claramente objetuales de Zaha Hadid. Curvas y ángulo extremos caracterizan los trabajos más recientes de A-cero, tanto en la volumetría arquitectónica como en el desarrollo de múltiples programas de interiorismo y de diseño de mobiliario.

La clave de su trabajo está en mantener el hilo conductor de la idea a lo largo de todo el proceso, desde el inicio hasta la fase crucial de la dirección de obra. En ese sentido, el “qué” es tan importante como el “cómo”. “El proyecto debe elaborarse partiendo del concepto más general hasta completar la definición del último detalle que lo materializa”, concluye Torres.

“Las viviendas que realiza el estudio resultan singulares en sus formas. Por más que mantengan un aire de familia o una cierta ‘serialidad’, se basan en la creencia de que en arquitectura es tan importante la función como la forma”, reflexiona Llamazares.

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