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A partir de mobiliario blanco y una concisa intervención espacial, la apuesta de diseño de esta tienda invita a recorrerla descubriendo sorprendentes objetos a cada paso.  

Petite Margot es un local comercial de objetos de decoración y diseño ubicado en Buenos Aires. Sus dos sucursales, una en San Isidro y otra en Vicente López, ámbito  al cual corresponden las imágenes, traducen una impronta nada fácil para un diseñador de interiores: exponer con el objetivo de vender decoración. Las arquitectas Giselle Gutman y Mariana Lehrer hilvanaron con cuidado cada detalle, desde imaginar la atmósfera perfecta, a plasmarla en el proyecto y la dirección del mismo.

Este era un local pequeño, con una vidriera-ventana sobre un muro  y una angosta puerta de entrada. Su interior estaba dividido en tres ambientes, lo que impedía la libre circulación e imposibilitaba visualizar los diversos objetos con amplitud, pues había que entrar en cada ambiente para distinguirlos. Durante la reforma, fueron demolidas todas las paredes interiores, generando un único espacio sectorizado, con living-bibliotecas adelante,  caja registradora y empaque en el centro, y cocina-patio en la parte posterior del local. El baño, que funcionaba como toilette, se transformó también en espacio de exposición, cerrado con una puerta corrediza de madera laqueada en blanco.

Amplias aberturas fueron abiertas hacia el patio, que fue reformado por completo, sustituyendo el pavimento y creando una pérgola de hierro de la que cuelgan macetas con plantas. Las nuevas baldosas son cerámicas símil mosaicos antiguos en tonos de grises, mientras que en el interior se utilizó un piso vinílico que imita listones de madera, de bajo mantenimiento y alta resistencia.

Apoyadas contra las paredes, las blibliotecas de madera y hierro contienen todo el despliegue de los objetos de decoración que están a la venta. Una larga bandeja pasacables que atraviesa todo el local, resultó ideal para exponer suspendidos diversos artefactos de iluminación, incluso spots orientados hacia los laterales. La gran apuesta fue, además de la reconversión espacial, la incorporación de mobiliario-vitrina que permite la exposición de pequeños objetos, escondiendo lisas y perfectas paredes, que en este concepto cargado de romanticismo no son lo que importan, sino el detalle, la variedad, la repetición, la exhibición del stock, las colecciones combinadas y la exposición- testeo al alcance del comprador.

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Sobre la nueva vidriera se armó una estantería de madera con nichos iluminados, a la que se accede por una escalera que corre por un riel de acero. Para el sector de caja y empaque, las arquitectas diseñaron un mueble tipo mesada de cocina, con puertas de tableros moldurados  de madera, laqueado en blanco, y tapa de mármol de Carrara. Hacia atrás, se desarrolla la exposición de utensilios de cocina y blanquería, expuestos en un mueble ubicado contra la medianera, que sigue el estilo del sector, en madera blanca con molduras y tapa también de mármol de Carrara.

Otro recurso interesante de esta puesta fue el revestimiento con espejos de las cuatro caras de una columna estructural que, ubicada en el medio del local, obstaculizaba la visión. De esta manera, la columna queda integrada al lugar y forma parte de la propuesta arquitectónica.

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Las tonalidades de pisos  y paredes son neutras y cálidas, acordes a las líneas de los objetos que se comercializan, y están en consonancia con el resto de las texturas y materiales utilizados. Como resultado, se logra un espacio encantador resaltado por una increíble luminosidad, con un toque vintage en la decoración a pesar de tratarse de objetos nuevos que rememoran antiguos. La decoración acompaña el concepto de lo que allí se expone, transmitiendo una apuesta totalmente armónica.

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