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Fotos Jorge SILVA

Sobre un escurrimiento de agua cerca de una cascada, esta casa en forma de herradura balconea al magnífico paisaje boscoso de un valle mexicano.

Es una casa de fin de semana ubicada en el Circuito Avandaro, en pleno valle de Bravo, en el Estado de México. Allí, 14 casas conviven diseminadas en un paisaje boscoso, con pronunciadas pendientes que dibujan una topografía muy particular. Para el arquitecto Félix Blanco el gran desafío comenzó en la fase proyectual, por la existencia de una cascada en el centro mismo del terreno, que derivó en la planta la forma de herradura, sin dudas la más acorde para abrazar este fenómeno natural. Con este punto de partida y junto a sus colaboradores, los arquitectos Javier Melgarejo y Concepción García, Blanco se embarcó el pasado 2015 en la odisea de construir una casa en un valle para una familia con tres hijos adolescentes, amantes de los deportes en el bosque. Todo debía congeniar: placer con descanso, y naturaleza con confort.

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Dos volúmenes rectangulares interceptan la herradura, generando espacios regulares y puentes que conforman áreas de juegos. La capacidad de “apertura total” de las puertas de las áreas sociales permite que los espacios se vuelvan exteriores, sin necesidad de duplicar espacios interiores con exteriores, una herramienta puramente inspirada por el entorno.

La pequeña pendiente de un sector del terreno es utilizada para el acceso tanto vehicular como peatonal, en lo que sería la planta alta, donde un espejo de agua recibe a los recién llegados. El ingreso se da a través de un hall que distribuye el área privada de la casa mediante un pasillo, que brinda acceso a tres dormitorios con vista al bosque y al escurrimiento de agua, todos en suite.
En el caso del dormitorio principal, la magia además la aporta la vista hacia la cascada.

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Como equipo de diseño, aseguran que fue la primera vez que construyeron sobre un curso de agua. Esto los obligó a volver muy delicada y precisa la tarea para no contaminar el ambiente. Por otro lado, debieron tomar los recaudos necesarios para evitar imprevistos tanto del terreno como de los trabajadores en sus puestos de trabajo. Ciertamente la idea de “buscar hacer del defecto un efecto”,  los sedujo a incorporar soluciones que brindan riqueza y originalidad estética a la propuesta, como el caso del dormitorio de los chicos. “Lo más sencillo hubiera sido diseñar patas a las camas de arriba. Sin embargo logramos que a la mismo tiempo de colgarlo, el soporte otorgara la protección y la estética”.

Desde allí, la circulación es hacia abajo, y la escalera principal, que ilumina cenitalmente las áreas sociales, acompaña el vertiginoso desnivel del terreno. El esquema de plantas invertidas funciona a la perfección en esta casa, donde a una gran terraza que funciona como base se suceden los espacios sociales, sala comedor, parrillero, cocina abierta y área del jacuzzi, con la más espectacular vista que se pueda imaginar.

“La herradura hace de puente por debajo de donde pasa el arroyo y deja al centro la cascada como el elemento protagónico de todas las vistas desde la casa”.

Todo pasa dentro del bosque. La gran terraza da paso al jardín y permite llegar a la cascada. Los 1.027 metros cuadrados construidos  vinculan recursos arquitectónicos variados: exteriormente se combinan materiales tradicionales como la teja, la madera y el cemento visto, con el cristal asociado a las estructuras de acero, e interiormente con cálidos acabados que invitan a permanecer en casa. “Siempre nos gusta jugar con texturas dentro de una monocromía. Nos hace vibrar la diferencia del acabado, dejando solo un muro para el color, por ejemplo. Buscamos disimular el ventaneo, dejando todos los elementos de fachada abatibles cubiertos de madera, y solo los fijos de cristal sin perfiles de aluminio”, afirma Blanco.

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Aún los espacios más privados ejercen una vinculación extrema con los espacios exteriores.

“Las áreas privadas familiares se definieron en un nivel arriba de todos los espacios sociales y de servicio. Solamente la habitación para huéspedes se instaló en la planta baja, volumétrica mente ubicada en el cuerpo de la casa, pero con acceso independiente a la misma, para dar ese nivel de autonomía y privacidad que tanto agradecen los invitados”.

No obstante, para terminar de comprender una casa en la que comandan las cubiertas, los bajo techos y el cruce de perspectivas, no sería apropiado hablar de una fachada principal. Así sucede en una residencia ubicada en un terreno plano convencional, pero en este caso los proyectistas desestimaron el clásico protagonismo del acceso, reflexionando al respecto: “Tuvimos que cuidar las cinco fachadas. El terreno de una hectárea nos dio la posibilidad de observar la casa desde todos los puntos posibles. Solo nos preocupamos por hacer un acceso principal que fuera claro, y que simplemente invitara a la secuencia de espacios para converger en torno a la cascada”.

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