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Pinotea musa inspiradora

 

La pinotea no podía haberse aliado tan bien con el hierro. Espacialmente brota la calma en la casa, pero la esencia de estos materiales deja al descubierto las grandes posibilidades que despierta la adrenalina creativa de sus propietarios.

Una pareja de jóvenes economistas que desborda  pasión por el diseño y la decoración, lo que se traduce en cada fibra y rincón de su casa. Nadia y Gonzalo, se valen de su instinto, el que siempre coincide y les alimenta su mayor disfrute: intervenir en el diseño de cada centímetro cuadrado. Como una receta pero con condimento propio: primero diseñar, luego construir, después habitarla y recién ahí terminar de decorarla. “La decoración de la casa la fuimos trabajando a partir de que nos mudamos. Si bien los elementos predominantes como el micro cemento, los grandes ventanales, los ojos de buey  y el protagonismo de la madera ya estaban incorporados desde el vamos, la casa la fuimos viviendo y así definiendo los muebles y la estética que queríamos darle”, comenta Nadia.

Esta es la segunda casa que materializan con la pasión de lograr un efecto especial: que la espacialidad se fusione con privilegiadas vistas al lago. Al igual que la primera, también ubicada en la zona de las lagunas de Parque Miramar, asesorados por el arquitecto Alejandro Schweizer lograron una apuesta por demás interesante. Las grandes dimensiones del espacio central de la casa reflejan el planteo volumétrico, al igual que el sector de dormitorios con otro tratamiento, gestos  y materiales que dan testimonio de una conexión diferente. Y efectivamente, los interiores conectados y las largas perspectivas de las circulaciones, que son además los propios espacios, la coloca en el lugar de los sueños de una joven pareja de profesionales formando su familia.  Para Schweizer representó el desafío del segundo hijo, “Nadia y Gonzalo me propusieron si volvería a hacer una casa para ellos, la idea me encantó, la primer experiencia había sido buena y pensé que luego de siete años todos tendríamos mayor soltura para redoblar la apuesta.” A partir de la construcción de su primera casa, Nadia y Gonzalo se vincularon e introdujeron en este mundo. “Disfrutamos  mucho de la arquitectura, el estilismo y el diseño. Así empezamos a buscar qué es lo que nos gusta y entender la mejor forma de fusionar los elementos que de a poco fuimos trayendo a nuestra casa”, agrega Gonzalo.


El bar, definido como nicho contiguo al acceso principal revela la gran altura del living. “Los sillones Chesterfield de cuero (de Divanlito) fueron hechos a medida y en base a nuestro diseño, miden  2.5 metros,  profundos y con tachas empavonadas”, agrega Gonzalo y destaca las dos banquetas retro de sus abuelos que fueron recuperadas y retapizadas (con telas de Florencia Tapices). Almohadones, lámparas de hierro de colgar y de pie (todo de Paul Deco).

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Pinotea inspiradora. La participación del arquitecto en el mobiliario estuvo limitada a la propia estructura y texturas de la vivienda. Nadia y Gonzalo eligieron la pinotea como madera vedette  de todo el mobiliario fijo y móvil. “Perdura en el tiempo y tiene una veta lindísima, además de aportarle un cálido contraste al cemento lustrado de los pisos. Nuestro carpintero logró hacer que resalte”, aseguran. Durante el diseño de la casa y al inicio de la obra Nadia comenzó la búsqueda de tablones antiguos, encontrando los primeros en el galpón de una antigua fábrica, luego en casas de remates, incluso en demoliciones como el revestimiento del piso de la planta alta recuperado de una casa en la calle Gaboto. El carpintero diseñó a partir de los diferentes despiezos encontrados las puertas exteriores de la casa, la mesa redonda de la cocina, el mueble de la tv, la mesada y rack del escritorio, y en conjunto con el herrero las mesas y bancos de la barbacoa y mesa central del living.

La paleta neutra. Grises, blanco y negro funcionaron muy bien para la neutralidad perseguida. Los cuadros que hay en la casa los pintó Nadia por mero hobby y agrega “no tengo una técnica específica porque nunca estudié, solo fui probando. Uso acrílico y me gusta la pintura abstracta”. El microcemento se adueña como terminación a las paredes que hacen a la estructura.

Todo fluye. “Como familia nos gusta compartir los momentos y las actividades, que el movimiento entre los ambientes fluya. La casa permite funcionar en armonía, no nos gustan las casas con muchos recovecos donde cada uno se encierra en un lugar. Y también es una casa donde nos gusta recibir, los domingos siempre estamos todos acá, por eso las mesas grandes, un parrillero que invita a estar y una cocina donde mezclar conversaciones y comidas ricas. En casa todos cocinamos, incluso mis hijas de 11 y 13 años. Queríamos una cocina amplia y con una estética neutra e integrada al living, cocinar es algo que todos disfrutamos mucho cuando recibimos amigos y familia”, aporta Gonzalo. El tamaño de la mesa (de pinotea) es ideal para el encuentro diario, y las sillas (de Vivai) desmitifican el imposible de la tapicería en la cocina.

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Empapelar con madera. La presencia del negro y el revestimiento de pinotea en la pared que resguarda la cocina del comedor le otorgan personalidad y a la vez amplitud a un espacio que puede albergar bastante más comensales que los meramente establecidos en la mesa (de Fez) que se complementa con sillas patinadas (de Masinfinito) y lámparas tipo nido rectilíneo (de Paul Deco). “Pensamos junto con el arquitecto cómo incorporar los listones sobrantes del piso de la planta alta, y así surgió la idea de forrar esta pared, con madera. Es una de las áreas que más me gusta de la casa, por su ubicación sabíamos que tenía que ser diferente”, expresa Nadia.

Gonzalo y Nadia me permitieron trabajar con libertad y me acompañaron en el vuelo con aportes invaluables.” Arq. Alejandro Schweizer 

Lago protagonista. “Con Alejandro nos entendemos muy bien y nos sabe interpretar, y nosotros también incorporamos sus sugerencias en el proyecto. Queríamos una casa con espacios amplios e integrados que permitan la entrada de luz natural con el lago siempre presente. Es un concepto que mantuvimos de nuestra casa anterior, y siempre teniendo al lago como protagonista. Todos los niveles de la casa permiten las diferentes perspectivas del lago”, señala Nadia.

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El diseño de los espacios verdes estuvo a cargo del paisajista Fernando Bianco. En el jardín del frente de la casa el pavimento vehicular y peatonal dan paso  a grandes canteros de herbáceas y gramíneas, que sustituyen el clásico césped con canteros de borde, y se continúan por el lateral como “cosiendo” el frente con el fondo. Contra el lago se proyectó un pequeño monte de palmeras pindó.

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Los sillones y mesa de la galería en L que bordea la piscina, los bancos y mesas de la barbacoa son hechos a medida, gestionaron ellos mismos las tareas entre el carpintero y el herrero.  La gran abertura de hierro logra la independencia sonora sin resignar la principal vista del lago. Las cortinas son de lino (comprado en Reina Ana) y confeccionadas por Lola Stewart (de El taller de Lola).

La bailarina de bronce es una de las esculturas que Nadia conserva de su abuelo, un escultor que vino de Florencia luego de la guerra a trabajar en fundición. La paleta de grises, blanco y negro dialoga perfecto con la estética industrial que Schweizer implementó en la formalidad, tanto en proporciones como en los gestos de diseño volumétrico.

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El escritorio, que también mira al lago, es el espacio de encuentro en la planta alta. Una larga mesa de pinotea oficia de gran escritorio y es acompañado de sillas y  luminarias cooper trend (de Masinfinito), y cortinas venecianas de madera (de Harveys). El daybed es una reliquia de la casa materna de Nadia, que hoy aggiorna con look retro. Sobre él almohadones (de La Feliz) y manta de lana (de Don Báez).

El arquitecto rescata lo agradable que se torna proyectar cuando se reconoce y respeta el trabajo de todos los involucrados, tanto el suyo como arquitecto proyectista y ejecutor,  como el de los propietarios. “A partir de las vivencias en su primera casa trabajamos y desarrollamos este segundo proyecto, ellos tenían claros los deseos y las ideas, lo que facilitó mi trabajo. Fue pensada para ser disfrutada en todos los momentos del día durante todo el año, donde la luz juega un papel esencial. El desafío consistió en dar tanto privacidad como comunicación, clave para la vida en familia. Es posible respetar el entorno, poder integrarse y a la vez diferenciarse. El conocimiento previo de mis clientes me permitió tener muy presente quienes la habitarían, y a partir de allí generarle el ámbito para desarrollar sus emociones. El equipamiento quedó en manos de Nadia y Gonzalo, fue muy agradable ver como con sus propias manos e ideas lo llevaron a cabo. Valoro que luego del desarrollo de la obra conservemos la amistad generada y el respeto mutuo”, concluye.

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