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Thays en Uruguay, tan latente como hace más de 100 años

         

Carlos Thays, Ingeniero Agrónomo recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA), con posgrado en Arquitectura del Paisaje (FADU-UBA) trabaja desde 1978 como paisajista a lo largo y ancho de toda la República Argentina (donde nació y reside), vinculándose casi desde sus comienzos como profesional a nuestro país a través de innumerables propuestas paisajísticas proyectadas y ejecutadas. Al cumplirse 40 años de su trayectoria sostenida, valoramos el gran aporte de su intervención como 4ta. generación de la tradición familiar Thays, de la que ya sus antepasados volcaron talento y forma al paisaje uruguayo, sobre todo en la franja costera.

 

Si recordamos las primeras ocasiones en que ejemplares arbóreos fueron paisajísticamente imaginados por un Thays en nuestro país, hay que remontarse a finales de 1800 cuando en la órbita pública el arquitecto y paisajista francés Charles Thays (bisabuelo de Carlos) proyectó los emblemáticos espacios verdes del Parque Central, el Parque Urbano (hoy Parque Rodó) y la Plaza Independencia. En el ámbito privado, la primera vez fue en 1912 cuando Don Alfredo Arocena lo convocó para diseñar un barrio jardín en los terrenos que había adquirido al sureste de Montevideo para transformarlo en un sitio de veraneo, articulado urbanísticamente por un esplendoroso hotel (hoy el Hotel Carrasco de la cadena Sofitel) y un templo católico (la iglesia Stella Maris). Actualmente, Carrasco se mantiene fiel a los trazos curvos, a aquella mirada delineada por uno de los célebres talentos que tuvo la responsabilidad de la histórica remodelación urbanística y paisajística de París durante el imperio de Napoleón III, tras haber sido alumno y asistente del arquitecto, botánico y horticultor francés Édouard-Francois André, autor de innumerables obras paisajísticas en toda Europa, de los jardines de Tuileries Gardens en París (apodado como “le jardinier principal” de la ciudad) y quien en 1891 propuso el Plan de Embellecimiento y Ensanche de Montevideo.

 

Una simple visita a Argentina se transformó en una larga estadía para Charles Thays. Decidió que fuera su lugar de residencia, haciéndose llamar “Carlos” e instalándose en una residencia ubicada en lo que hoy es el Jardín Botánico de Buenos Aires). Argentina fue inspiración y tierra natal de su descendencia  tras haber sido nombrado director de Parques y Paseos de la Ciudad de Buenos Aires en 1891, luego de ganar un concurso público que el mismo impulsó. “En sus intervenciones en nuestro país, Charles Thays tuvo la virtud de combinar con maestría la flora exótica y la flora nativa, dejándonos magníficas composiciones”, destaca el ingeniero Hernán Urrestarazú para el portal Jardín en Uruguay

 

Su hijo Carlos León Thays, como ingeniero agrónomo y paisajista también desempeñó el mismo cargo que su padre entre 1920 y 1945 y continuó su labor inspirado en aquellos alineados árboles que recorrían bulevares, avenidas y parques públicos parisinos, materializándolo en su proyecto emblema: los jardines de la residencia presidencial de Olivos.

 

Carlos Julio Thays, al igual que su padre y abuelo, mantuvo vivo el legado de artistas del paisaje y contribuyó a la atmósfera francesa típica de la ciudad bonaerense, a través de su ferviente preocupación por el patrimonio histórico, parquizando más de 400 estancias y dirigiendo hasta 1982 la presidencia de Parques Nacionales. En 2017 falleció a los 91 años. En 2009 había escrito recordando a su abuelo: “No recuerdo dónde leí que un paisajista debe tener el entusiasmo de un creador, la sensibilidad de un artista, la inspiración de un poeta y la paciencia de un sabio”,  según cita el boletín digital argentino Palermo Mío.

Vaya si el ingeniero Carlos Thays (IV), ha enaltecido a lo largo de su carrera la línea de trabajo y la talla de una familia identificada por el paisajismo de todos los tiempos.

Trabajar desde la identidad del sitio y reconociendo que lugares y tiempos son siempre singulares. Me precede la enseñanza de mirar muy bien, en profundidad y en silencio los sitios y los paisajes antes de pensar nada”, señala y no vacila en reflexionar sobre su aporte de cara al futuro: “es acaso una actitud enfocada en una poética del paisaje”.

Desde el ámbito de su estudio de paisajismo, entre 1994 y 2012 incluyó al Arq. Jorge Bayá Casal en una sociedad multidisciplinaria, y actualmente el Ing. Carlos Thays, 4ta generación de una tradición familiar, mantiene viva su pasión por los jardines, los parques y el paisaje. Para Carlos el paisaje es un acto de silencio que hace posible la expresión y el genio de los lugares y las personas, obteniendo resultados siempre nuevos e insospechados.

El rediseño de la Chacra Marta parte de lo que fuera un antiguo campito sobre la ruta 104, en Manantiales. Transformada en chacra, se realizó el proyecto manteniendo la identidad rural del sitio, combinando los cultivos entre las plantaciones nuevas. El resultado es un nuevo paisaje, diseñado con una estética rural que valoriza los atributos y la dinámica de los cultivos.

Carlos incurrió en innumerables proyectos, abarcando jardines de hoteles y residencias, parques, clubes de polo, urbanizaciones, proyectos públicos, parques históricos en varias regiones de Argentina, incluso muchos de ellos dirigiendo equipos interdisciplinarios más allá de su propio estudio. En sus entrevistas y charlas, se lo percibe con el constante compromiso de enseñar a detectar de los parques la vital importancia que tiene la historia en los mismos. En la entrevista que le realizaran en la inauguración del Parque del Bicentenario en Salta reflexiona sobre esto además de expresar satisfacción y agradecimiento por ser partícipe de la experiencia de proyectar el parque en base a un estrecho vínculo con los habitantes de la ciudad, para que fuera el reflejo fiel de la historia colectiva y las necesidades del lugar: “Una idea muy antigua de los parques es la idea de libertad que nos da un parque, no es hacer lo que quiero, sino lo que quiero mientras no moleste, se trata de libertad y convivencia, el parque es un jardín de todos. La sociedad nos pone a los paisajistas el gran desafío de llevar a cabo el diseño de un parque, y es algo muy ambicioso ya que cuando se inaugura es el día uno, luego ese parque tiene que ingresar en la memoria, ya que la gente se acuerda especialmente de los parques.. va de chico, vuelve de grande y después vuelve de abuelo”.

Un enfoque parecido fue el que Carlos brindó en una interesante charla-taller el pasado año en La Baguala (hotel de campo próximo a la desembocadura del rio Santa Lucía con costa a Playa La Colorada), convocado por la Escuela de Paisajismo de Montevideo que dirige Fernando Bianco en el marco de su visita a Montevideo. Resultó una instancia muy amena, que translució un persona simple pero integral, por momentos casi no dejando entrever que es el único vástago viviente dedicado al paisaje, de aquel jardinero francés que hizo ilustre su apellido. “Carlos es un poeta del paisajismo con una sensibilidad especial” define Bianco.

“El paisaje en las ciudades va recogiendo distintas épocas y va agregando capas, entonces nunca es original de una época. Sin dudas la idea más fuerte, a nivel paisajístico, fue la de mi bisabuelo, fue un hombre muy ambicioso”, evoca Carlos al reflexionar sobre cuáles son las formas de transformación del paisaje o un sitio: dándole prioridad a la historia, el contexto y la preexistencia, o respondiendo suerte de mandato donde la moda y la innovación pareciera ajustarse mejor a los tiempos que corren. “Estos dos extremos son los que rigen nuestros actos como paisajistas”, apuntaba durante la apertura de las Jornadas sobre espacios abiertos urbanos en Catamarca. 

 

Sobre la costa rioplatense La Carlota es un parque con una actitud especialmente devota hacia la singularidad del sitio. Diseñado como lugar en el que los árboles y los vacíos se suman a ciertos gestos poéticos, como la metáfora de unas líneas de gramíneas de especial significado literario.

El Jardín Botánico de Buenos Aires, próximo a los bosques de Palermo, fue creado por el primero de los cuatro Thays, quien logró posicionarlo como un centro científico de relevancia internacional dedicado al estudio de la flora de las provincias argentinas y de otras regiones del mundo. En 1896 el inquieto y soñador paisajista francés descubrió el método para producir industrialmente la yerba mate, germinando las semillas en un cantero de su jardín luego de hervirlas en un tacho. A él Brasil le debe las tipas, las trajo del norte argentino y las aclimató en su gran vivero, al igual que otras especies como palo borracho, lapacho y jacarandá. Hoy el Jardín Botánico, gracias al trabajo de grupos de voluntariado, se destaca por el aporte que realiza desde el punto de vista ambiental a la ciudad. Carlos su bisnieto, si bien está actualmente desvinculado del día a día en el Botánico, mantiene firme su propuesta de convertirlo en un Museo del Paisaje.

 

La Gurisa es una chacra en las afueras de Colonia. Antiguo tambo y vivienda reconvertida en un sitio de mucha magia, que cuenta con un jardín en tono “doméstico”, sin grandezas ni gestos impostados. Reconociendo el valor de un sitio cálido, la escala y los procesos en el día a día de los puestos de campo, utilizó un lenguaje que no contempla modas ni tendencias, esa fue la premisa de la que se partió bajo los añosos árboles preexistentes.

 

JARDINES DESTACADOS EN ARGENTINA

Carlos Thays valora el paisaje uruguayo y lo describe al detalle demostrando su cercanía con el lugar. “Un infaltable colorido en su expresión, la sensación de relación humana con la geografía (el uruguayo está presente y su presencia enriquece el paisaje). La escala de distancias y variaciones que da por resultado una composición pintoresca, una sucesión en la que siempre se van presentando cuadros diferentes por variación de ciertos elementos que persisten como: ríos y arroyos, cuchillas, montes forestales, viviendas y montecitos, viñedos, cultivos, piedras, sierras… A veces siento que la combinación posible es infinita. Debe serlo…”, afirma mientras muestra una foto que alguien le tomó en una de sus escapadas a Uruguay a trabajar. Se lo ve disfrutando, mirando en profundidad y en silencio, desde lo alto de un campo de Garzón en Maldonado, donde la laguna, el campo y el mar se hacen eco de ser un gran deleite, incluso para un gran paisajista que parece haberlo visto todo. 

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