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Una visita a la Residencia del Embajador de Uruguay en Buenos Aires.

Por Gabriela PALLARES

Dicen que Eva Duarte de Perón la consideraba “la casa más linda de Buenos Aires” y si bien  la ciudad tiene múltiples ejemplos de muy buena arquitectura de todas las épocas, la esquina de Palermo Chico de Figueroa Alcorta y Ocampo sin dudas es uno de sus puntos altos. 

La Residencia del Embajador de Uruguay fue nuestra parada, previamente agendada,  donde nos recibió más que cálidamente el propio Embajador Dr. HéctorLescano.

En su hábitat, mostró un panorama del estado, actividades, y anécdotas que encierran los muros de ese edificio particular, tan ecléctico como impactante, y el desafío permanente que implica la manutención de instalaciones o terminaciones con presupuestos acotados.

La residencia es un ejemplo de modernismo de vanguardia, despojándose de clasicismos imperantes en la época, estilo muy utilizado por familias aristocráticas para sus residencias particulares. Construida entre 1937 y 1938, fue originalmente el hogar de Carlos Méndes Goncalves, un importante coleccionista de obras de arte y mobiliario. Para comprender el origen y el poder económico de esta familia, nos tenemos que remontar a su padre, originario de la Isla de Madeira (Portugal), que llega primero a Brasil donde funda la compañía Mate Larangeira S. A., que elaboraba y exportaba yerba mate. Luego, y debido a que la Argentina era el principal destino de las exportaciones, se instala en Buenos Aires. En Argentina la yerba se envasaba bajo las etiquetas de Cruz de Malta.

Es así, que a mediados de la década de 1930 el Sr. Carlos Alfredo Méndez Goncalvez (aparentemente soltero), le encargó el proyecto de su residencia al reconocido arquitecto de origen húngaro, Jorge Kalnay, autor entre otras obras destacadas del estadio Luna Park, el teatro Broadway, el edificio del por entonces diario Crítica en la Avenida de Mayo, y la Villa Los Granados, en Don Torcuato, propiedad de Natalio Botana (dueño del diario Crítica) donde se pintó el mural de Siqueiros, ahora conservado en el Museo Nacional del Bicentenario (Casa Rosada).

La arquitectura de la residencia se inscribe dentro de la tradición moderna centroeuropea, que fluía hacia la Argentina a través de varias tendencias y escuelas europeas por medio de innumerables publicaciones, de la mano de profesionales inmigrantes, a través de visitantes notables como Le Corbusier, Werner Hegemann, Auguste Perret o Alberto Sartoris. La modernidad en la infraestructura edilicia de Buenos Aires continuaba siendo ecléctica ya que surgían versiones del purismo o el “art déco” francés, derivados de las doctrinas de la Bauhaus alemana, propuestas afines al racionalismo italiano, como así también la innovación centroeuropea de cuño expresionista. Dentro de esta última se inscribe la obra de Jorge Kalnay, arquitecto húngaro formado en Alemania, quien se instaló en Argentina junto con su hermano Andrés a mediados de los años veinte. La obra de Kalnay, de notable coherencia y calidad, se compone de una serie de casas y edificios de departamentos donde el rigor de diseño, la precisión funcional, la calidad constructiva, los valores estéticos y la inserción urbana se combinan armónicamente bajo un imperativo de modernidad.

El diseño de esta casa fue logrado mediante pabellones engarzados para armar la volumetría, una fachada curva, superficies en piedra para exteriores e interiores y terrazas-jardín. Testimonio del pensamiento moderno en la Argentina, esta residencia se destaca por el buen uso de los nuevos recursos de composición y una excelente solución de esquina que busca la continuidad de las caras.

Planta Baja: 

Plano original de la planta baja cuando funcionaba como residencia de Carlos Méndes Goncalvez. Archivo del Arq. Sergio López Martínez

Acceso cubierto:

En el acceso cubierto, de uso peatonal y para automóviles, se exhiben tres esculturas de mármol de Carrara, sobre pedestales del mismo material, que representan a las estaciones, reconocibles por sus clásicos atributos: la primavera, sosteniendo frutos, flores y vides; el invierno, cubierta con un manto para protegerse del frío; y el verano, sosteniendo espigas de trigo cosechadas y una hoz. La escultura de la estación otoño se encuentra emplazada en el jardín interno. Las mismas formaban parte de la colección original de la familia Méndes Goncalves. Al final del acceso se encuentra el garaje para los vehículos, integrado al edificio principal, en una disposición innovadora para la época, dado que las grandes residencias por lo general tenían sus cocheras ubicadas en pabellones independientes.

Vestíbulo: Al atravesar el portón de acceso se ingresa al vestíbulo, que se encuentra iluminado por una araña de bronce de estilo rococó, y decorado con dos farolas tipo venecianas, , y colgada en la pared, una pintura del artista español nacionalizado uruguayo Manuel Pailós. Todos esos elementos, menos la pintura, formaban parte de la colección de Carlos Méndes Goncalves y se encuentran en su sitio original. El piso es de mármol Arabescato, proveniente de Italia, y es el mismo material que cubre los solados de los salones del primer piso y la escalera.

Despacho del Sr. Embajador: Originalmente el escritorio de Carlos Méndes Goncalves,  actualmente es el despacho del Sr. Embajador, en el que se destaca un frente de chimenea de mármol estilo Luis XV.

Sala: Fotografía de la sala cuando la residencia pertenecía a Carlos Méndes Goncalves. Archivo del Arq. Sergio López Martínez

Este espacio, que actualmente el Embajador utiliza para recepciones de carácter íntimo, funcionó originalmente como una sala de estar, con decoración sumamente ecléctica compuesta de dos pilastras con capiteles jónicos que enmarcaban un gran tapiz francés colgado sobre la pared de mayor tamaño, sillones de estilo barroco inglés y francés, un piano, y pieles de cebras sobre el piso, entre otros elementos. Se destaca en el extremo de la sala, al lado de la puerta de acceso desde el vestíbulo, una gran chimenea que actualmente, y en ocasiones, se utiliza para hacer asado.

La disposición de la casa está resuelta en tres plantas: Una planta baja con vestíbulo, sala, despacho, guardarropas, gimnasio, bodega, garaje, sótano con sala de máquinas, y la residencia del portero. El primer piso con los salones de recepción de mayor jerarquía, comedor, biblioteca, un gran salón, jardín, cocina, despensa y áreas de servicio. El segundo piso, el área más íntima, con la habitación principal y dos secundarias, ahora pertenecientes al Sr. Embajador; y una terraza con jardín y pileta de natación. Resulta llamativo que si bien la composición de la residencia es moderna, la distribución funcional de los diferentes pisos es prácticamente la misma que tenían las grandes residencias de principios del siglo XX (Palacio Paz, Palacio Anchorena, Palacio Ortiz Basualdo).

Escalera: Regresando al vestíbulo, se encuentra la escalera de acceso al primer piso, en cuya base se exhibe la maqueta del Monumento al Gaucho en Montevideo, obra del artista Uruguayo José Luis Zorrilla de San Martín (1891 – 1975), realizado entre 1922 y 1927. Cabe mencionar que a pocas cuadras de la residencia se encuentra la plaza República Oriental del Uruguay, en la que se levanta el monumento a Artigas, obra también de Zorrilla (el basamento fue hecho por el reconocido arquitecto argentino Alejandro Bustillo).

Comedor:

Fotografía del comedor cuando la residencia pertenecía a Carlos Méndes Goncalves. Archivo del Arq. Sergio López Martínez.

A través de puertas corredizas se accede al comedor que mantiene su función desde la inauguración de la casa. Se encuentra decorado con mobiliario de época, al igual que las grandes residencias de principios de siglo, sólo que en este caso en vez de estar cubierto con boiseries, las paredes son lisas, dándole realce a las piezas de la colección.  Un gran tapiz cuelga del muro longitudinal, y se destaca en la cabecera, sobre la chimenea, una obra del reconocido artista uruguayo Juan Manuel Blanes (1830 – 1901) titulada “La Samaritana”. De esta pintura se conserva un boceto en el Museo Nacional de Artes Visuales de Uruguay realizado entre 1862 y 1863.  La sala está iluminada a través de una gran araña francesa de bronce y cristal, estilo Regence (transición del barroco al rococó), y apliques estilo Luis XV con espejos (para ampliar la luminosidad) sobre las paredes. En el centro se destaca una gran mesa estilo renacimiento, rodeada de sillas Luis XV, que acentúan aún más el eclecticismo del espacio. Las dos puertas situadas a los costados de la chimenea comunican con el antecomedor, que es el acceso a las áreas de servicio donde se encuentra la cocina, la despensa y el office. En este último se servía la comida antes de ingresar al salón comedor. Ambas puertas estaban cubiertas con biombos decorados con motivos orientales, ahora ubicados en el otro extremo de la sala, a fin de cubrir elegantemente el acceso a las áreas de servicio.

Biblioteca: Funcionó originalmente como biblioteca, y actualmente el Embajador la utiliza como una sala de recepción de carácter reservado durante grandes recepciones. La sala se encuentra cubierta con boiseries de roble escuro estilo Luis XV (rococó francés), y un frente de chimenea de la misma línea, de mármol Languedoc (francés).

Gran salón de recepción:

Se trata del salón de mayor jerarquía, y el de mayores dimensiones. Al igual que el comedor, se accede desde el vestíbulo del primer piso a través de puertas corredizas. Su forma elíptica se debe a que sigue la forma del terreno, haciendo esquina en la Avenida Figueroa Alcorta y Ortiz de Ocampo. Mirando a través de los ventanales ubicados a ambos lados se hace evidente el trazado geométrico en abanico del edificio, realzado con el dibujo concéntrico de las juntas del pavimento, que nace desde el jardín interno expandiendo el interior hacia el espacio exterior. En uno de los extremos de la sala, se destaca la gran chimenea tallada en bloques de piedra, que exhibe un blasón en su centro. El espacio está decorado con tapices de la colección original de la familia Méndes Goncalves, cuya datación se estima entre los siglos XVII y XVIII. Las pinturas están compuestas de naturalezas muertas y retratos, entre los que se destaca el de Eduardo Acevedo (1815 – 1883) titulado “Codificador”. Del cielorraso cuelgan cuatro arañas de hierro, decoradas con hojas y flores. Las gargantas de luz ubicadas en el cielorraso refuerzan la iluminación y le dan al salón un aire de modernidad, que contrasta con la colección que alberga.

En la actualidad se encuentra casi en el mismo estado y con el mismo equipamiento que en épocas de su dueño precedente:

Entorno en el que se levanta la residencia:

El barrio conocido como “Palermo chico” fue diseñado por el paisajista francés Charles Thays en tiempos del Centenario siguiendo los cánones de estética urbana innovadora imperantes en el período. Este tipo de urbanización innovadora, denominada “barrio parque”, proponía una imagen pintoresca, con calles irregulares y abundante vegetación en veredas y terrenos, edificación regular pero no monótona y amplios jardines privados que se integraban visual y espacialmente con las plazas o parques adyacentes. En este particular sector de la ciudad se encuentran varios edificios de notable interés patrimonial que albergan sedes de embajadas que, junto a aquéllas alineadas a lo largo del eje de la avenida del Libertador, forman también parte del Embassy Row porteño. Interesante repertorio de más de cincuenta años de arquitectura de Buenos Aires, algunas de las tendencias clave de ese período están bien ejemplificadas en los edificios que albergan las sedes diplomáticas de Polonia, Perú, Uruguay y Chile.

Luego de vivir allí durante diez años, Carlos Mendez Goncalves vendió la residencia en 1948 y se mudó al barrio de Belgrano.

En el año 1948 la República de Uruguay adquirió la casa de Carlos Méndes Goncalves para convertirla en la residencia del Embajador, junto con parte de la colección, que ha sido enriquecida a través de la incorporación de obras de reconocidos artistas uruguayos.

 

Plano original del segundo piso cuando funcionaba como residencia de Carlos Méndes Goncalves. Archivo del Arq. Sergio López Martínez.

Datos Generales

Denominación: Residencia del Embajador de la República Oriental del Uruguay, ex residencia Méndes Goncalves.

Dirección: Avenida Presidente Figueroa Alcorta 3316.

Arquitecto: Jorge Kalnay (Budapest 1884 – Buenos Aires 1957).

Año de construcción: 1937 – 1938.

Comitente: Carlos Alfredo Méndes Goncalves.

Año en que la Embajada adquiere la residencia: 1948.

Superficie del terreno: 1.336,28 ms2.

Superficie edificada: 1.812,00 ms2.

Nueva sede del Consulado y Embajada:

La sede de la Embajada y Consulado funcionaron anteriormente en un edificio brutalista obra del Arq. Mario Paysée Reyes, construído en 1978 y que con 17 mil m2 de área era realmente un exceso para nuestro país, sumamente costoso de mantener. Fue vendido en una suma cercana a los U$S 12: a la Fundación Barceló que lo usará con fines educativos y mantendrá los murales de Collell y Studer que contenía el edificio.

La Embajada se trasladará a principios del próximo año a la esquina de la calle Arenales y Uruguay, a un local construído como residencia particular de un reconocido médico neurológico, Andrés Llobet.

El lugar data de 1890 y formó parte, durante la primera década del siglo XX, de la llamada “ciudad elegante” con el desarrollo de las residencias aristocráticas inspiradas en el neoclasicismo francés. La fuerza económica sin precedentes de esa generación de fines del siglo XIX hizo que el país sintiera la necesidad de obtener una imágen representativa que rompiera con la herencia colonial española. Fue con ese espíritu que muchas áreas de Buenos Aires se construyeron a imagen y semejanza de Paris.

El edificio fue incluía un pasaje para carruajes en la ochava, que hoy en día se delata con vigas curvas y un cambio de pavimentos. La fachada en piedra paris culmina en una mansarda revestida con pizarra española (En Orense, España,  es donde se ubican hasta hoy en día las mayores canteras canteras de pizarra).

Más tarde fue sometido a sucesivas reformas una de las cuales incluyó locales comerciales en planta baja y la subdivisión de espacios, aumentando el número de habitaciones.

Cuando fue adquirido para funcionar como hotel boutique, fue recuperando su valor arquitectónico, los espacios jerárquicos del edificio fueron reconstruídos como tales y se amplió su área con pisos superiores sin alterar su presencia urbana.

Las obras actuales intentan mantener el estilo y jerarquía del inmueble, configurándolo para su nueva función de recepción de la comunidad compatriota, en un área de fácil acceso general y una envolvente digna de la importancia de relacionamiento entre ambos países.

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