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Resucitar una chacra histórica

Con textos de Marta ARJONA

En la zona de chacras al norte del anillo perimetral, un vibrante color coral resucitó definitivamente el revestimiento de 1950 de esta casona, inmersa en una gran variedad de especies arbóreas. Por suerte, allí el ritmo desacelerado sigue siendo el mayor tesoro. La recorrimos al detalle guiados por la arquitecta Marta Arjona, quien contó la historia de un pedacito de patria, luego de una ardua apuesta profesional de su equipo.

Hace ya 25 años, recorrimos con mis primos Ana y Carlos,  entre telarañas, cachivaches y metros desplegados de cintas de celuloide de viejas películas, una hermosa y abandonada propiedad con una importante casona ubicada en el Montevideo rural. El objetivo  era comprar una propiedad que pudiese albergar a la familia de la pareja, por cierto numerosa, y permitir además ser sede de un proyecto especial: fundar una escuela campestre similar a la que ellos habían trabajado cuando residieron en México. La chacra con su singular casa, a la que se accedía por un camino angosto y perdido en el verde,  fue testigo de parte importante de nuestra historia patria, pero ofrecía en ese momento un panorama desolador. Fue residencia temporal del presidente de la República, Don Tomás Berreta, a mediados del siglo XX, quien la utilizaba como punto de reuniones y encuentros políticos importantes”, contó  Arjona.

A pesar del deterioro y en medio del caos descubrimos su pasado esplendor. Nos fuimos sorprendiendo con  sus nobles maderas deslucidas, sus marchitas  ventanas, robustos postigones, puertas sin herrajes  y unos pocos vidrios biselados. Todo bostezaba destartalado. Sus multicolores pisos de baldosas de Portland empercudidos, su estufa elegante de mármol de carrara parcialmente desmontada, su cava de medio arco de ladrillos derruido, sus múltiples construcciones auxiliares,  vestigios todos seductores e increíbles.  El panorama general  se complementaba con su bello, enmarañado, desprolijo y añejo jardín donde se destacaba una hermosísima, enorme y aromática magnolia”, relata. 

 

Tras recorrer la residencia Arjona dio su veredicto sin dudar: «recuperar  toda esta maravillosa casa, armar la escuela, disciplinar y organizar su jardín puede llevar por lo menos diez años”. A pesar de semejante pronóstico,  sus primos decidieron emprender la titánica tarea de reconstruirla. Además, entregaron al archivo de Cinemateca los metros de películas que contenían valiosos registros históricos, pertenecientes a diversos eventos presidenciales. Finalmente, el plan de  fundar una  escuela campestre fue desechado y la propiedad resucitó solo como residencia permanente. Sin embargo, la riqueza  paisajística y los valores arquitectónicos igualmente  comenzaron a florecer con amor y esfuerzo. 

 

 

Poco a poco y con la colaboración de todos los miembros de la familia, la dignidad y donaire del encanto original  de las construcciones y el campo circundante fue renaciendo,  enriqueciéndose y expandiéndose por  los muchos metros cuadrados. La arquitectura original  de la casa principal fue recuperada en los primeros cuatro años, momento en que establecieron su vida allí. Con apropiados aportes creativos y sobre todo mucho trabajo en mano propia de varios en la familia se volvió cálida,  estéticamente hermosa, muy habitable para los nuevos dueños y funcional para los tiempos que corren”, aseguró. Foto carpintería antigua

 

Poblado de ejemplares vegetales  singulares  y con saludable longevidad, el predio de seis hectáreas en su sector más bajo frente a la construcción orientado al oeste,  encuadra hermosas vistas hacia uno de los característicos paisajes de la vendimia uruguaya. Una generosa piscina en un sector abierto hacia el lateral de la casa, promueve lejanas vistas, pero desde la cercanía de recorridos entre matas de las hoy codiciadas Esqueleto de caballo Monstera, un colchón de follaje cobrizo bajo una gran magnolia, y claros de césped alternados con densos canteros. Arces sacarinos, liquidámbar, ginkgo biloba, ceibos, robles americanos, robles bicolor, anacahuitas, pinos, talas, molles, guayabitos del país, paraísos, catalpas, fresnos, eucaliptus de más de 150 años, muchos ombúes, aromos, álamos plateados y coronillas forman parte de la riqueza vegetal actual de la chacra.

 

Nuestro desafío como arquitectos fue diseñar y dirigir el reciclado de la casa principal manteniendo su esencia, con respeto y con parámetros especiales, que permitieran una adaptación  correcta y creativa de la casa, atendiendo los requisitos de los miembros de la familia y resolviendo técnicamente las patologías encontradas. Se rehicieron los baños y la cocinacon nueva instalación eléctrica y sanitaria.  Fueron restaurados revoques y azoteas, se subsanaron humedades, se recuperaron mochetas,  molduras, pinturas, se llevaron a cero  todas las aberturas, puertas, herrajes, se trataron adecuadamente las maderas  y se colocaron todos los vidrios biselados faltantes”, relató Arjona sobre el proceso de restauración.

 

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Tanto la recuperación de los detalles decorativos como el mobiliarioinstalado son producto del proceso de maduración propio de ir arreglando a medida que se vive la casa. Actualmente, se respira un aire ecléctico, se han sumado piezas antiguas exclusivas, aportes de generaciones anteriores de diseñadores ebanistas de la familia, y también mobiliario de autor de diseño nacional. La tradición comienza con Don Germán Arjona, renombrado artista español y abuelo de la dueña de casa, de quien sus obras se mencionan especialmente en los catálogos más destacados  de las casas de remate de montevideanas. En esta casa y como grandes reliquias familiares, se mantienen piezas originales como una hermosa  mesa de comedor en paqueterie, que se complementa con sillas de diseño austero pero de especial elegancia.

Un coqueto escritorio Reina Ana  ubicado en la sala de entrada, y una bella cómoda con trabajos de marquetería Luis XV que hace las veces de aparador, lucen el sello especial de este ebanista en un amplio living, que un precioso atardecer intensifica los contrastes de las coloridas baldosas calcáreas. También allí una mesa de centro especialísima: originales cucharas móviles  sobre una gruesa pieza de madera con una veta increíble.

En dos de las salas de estar se permitieron otros tipos de lujos, vinculados  al legado vivo de una familia con fuerte arraigo a la carpintería de autor. En el estar un cuadro pintado por Micaela Fasano y un huacal realizado en bambú se llevan todas las miradas. Este último es diseño de Juan Zuaín Arjona, diseñador de muebles hoy radicado en México y bisnieto de Don Germán, que actualmente exhibe algunas de sus creaciones en Montevideo, y también autor de la mecedora Maori Rocks Clara, realizada en desperdicios industriales de Teca, que se encuentra justo delante de la biblioteca entre varios accesorios de épocas pasadas. Esta habitación, bajo el piso de pinotea recuperado, descansa un sótano de dieciséis metros cuadrados y 1.80 metros de altura, contenido en muros de 40 centímetros de ancho, los mismos en los que se fundan las paredes estructurales de la casa. La permanente búsqueda del arte ha anidado en la casona desde aquella decisión de respetar su concepción inicial,  ya que al día de hoy es refugio para la práctica de otras disciplinas artísticas como la literatura, la narración oral y la biodanza, actividades que actualmente desarrollan sus dueños. “La que familiarmente le denominamos “la chacra”, ha dado cobijo, en sus diferentes alas y por diferentes períodos, a parte de los hijos y nietos de la familia. Con los años,  se le han ido agregando  soluciones de confort, incluso un sistema de calefacción con estufa a leña en el estar de la que parten caños exteriores con una estética totalmente brutalista”, agrega Arjona.

 

En los últimos tiempos se recicló y se ampliaron sectores en parte de los galpones posteriores a la casa donde funciona la sede del estudio y taller de la empresa Sámago, especializada en diseño y ejecución de mobiliario, uno de cuyos fundadores es el arquitecto Ernesto Fasano Arjona, también  bisnieto de Don Germán e hijo de Ana y Carlos explica la importancia del espacio reciclado en la mitad del campo con vistas inspiradoras a la vegetación y el parque creado por los dueños de casa: “trabajar en este entorno, con la naturaleza formando parte del día a día, fue sin duda una base fundamental para la inspiración de nuestros diseños. La calma y el aire que se respira allí es único y reconfortante. Hoy en día, producto de crecimiento y reconocimiento de la empresa a nivel nacional e internacional, debimos mudar el taller a Punta Carretas, dejando de lado y con gran tristeza ´La Chacra´”.

 

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Cuando la reconstrucción de la historia se mezcla con la celebración el agasajo es perfecto.

Pero el encanto de esta casona no se remite a lo meramente cotidiano, ya que los numerosos ejemplares de especies existentes junto a incorporaciones de gran encanto en algunos sectores como la glorieta y el laberinto vegetal, fueron transformados para convertirse en el escenario de la romántica boda de Ernesto y Natalia, entre palmeras washitonia y cipreses piramidales. Mediante carpas transparentes iluminadas con decenas de guías de luces blancas, tal noctilucas costeras, se logró un mágico entorno para una velada inolvidable. En especial esa noche, la histórica casa de Don Tomás Berreta, lució el rojo intenso afianzado en las fachadas y brilló fulgurante  como un gran rubí. Nuevamente siendo testigo de la historia y de historias, que adaptadas al paso de los tiempos, resucitaba  una vez más como crisálida deslumbrante, y demostraba que definitivamente había superado el olvido y el abandono en que se la encontró.

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