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Noble materialidad
ARQ. FEDERICO ARMAS

Federico Armas es nieto del Arq. Guillermo Armas y sobrino del Arq. Guillermo Gómez Platero. Con un destacado legado familiar, este profesional de 53 años, nacido en Montevideo, apasionado de la pintura y graduado en la Facultad de Arquitectura (UdelaR), sintió la vocación desde muy joven. Su abuelo estuvo ligado profesionalmente a la construcción del Palacio Piria, la Iglesia de las Carmelitas y la cruz del Cerro Pan de Azúcar, verdaderos íconos de nuestro país que le permiten rememorar su presencia. El legado de los Armas fue continuado en segunda generación por su tío, el Arq. Jorge Armas, hoy su socio en una de las unidades de desarrollo del Estudio Armas Arquitectura: los proyectos urbanísticos. “A través de él, y de mi padre a pesar de no ser arquitecto, conocí con otros ojos la obra de mi abuelo,  ya que cuando él murió yo tenía 12 años y hacía mucho que estaba retirado”, señaló.

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A la hora de definirse como arquitecto independiente, su contexto familiar fue su inmediata referencia. En los años de formación académica, recurrió también a referentes internacionales, “maestros de todos los tiempos como Frank Lloyd Wright, Le Corbusier, Mies Van der Rohe”, según especifica. De ellos adoptó ideologías y conceptos que le marcaron el rumbo, al igual que lo hicieron con énfasis y a escala mexicana, los arquitectos Luis Barragán y Ricardo Legorreta. Algunas de sus casas de finales de los 90´ supieron plasmar resabios de los planos y siluetas de los contundentes y coloridos muros propuestos por estos grandes de la arquitectura latinoamericana, pero “a la uruguaya”.

En la actualidad, la órbita principal de trabajo de Armas Arquitectura son las residencias, principalmente en Montevideo, Canelones y Maldonado. No obstante, abarcar otras escalas y programas le ha otorgado el equilibrio justo entre dedicación y conocimiento que hacen a la trayectoria de un creador nato de espacios humanizados y noblemente materializados. “Lo que más hacemos son residencias. Sin embargo, en los últimos años hubo un giro notorio hacia e urbanismo, en particular en los barrios privados”, apuntó.

 “Pintura y arquitectura… en su momento puede hacer las dos cosas. Hoy entre el estudio y la familia, casi no pinto. Pero volveré”.

El estudio funciona en una casona típica de Carrasco, una de las primeras del barrio, proyectada y construida en 1927 por su abuelo como la casa de verano para su suegro, bisabuelo de Federico. “Por un tiempo quedó media abandonada y papá se la compró a sus primos. Vivimos allí desde el año 1976 y tengo mi estudio desde el año 1990”, comentó. La expectativa está puesta en que alguno de sus tres hijos, Magdalena, Josefina o Federico, mantenga la tradición familiar en pos de la cuarta generación de Armas Arquitectos.

 

Como una villa italiana

Es una casa para una “familia tipo” con dos hijos, desarrollada en dos plantas y ubicada en La Tahona. En la planta baja se ubican la recepción, los lugares de estar y los servicios, mientras que en la planta alta están los dormitorios. Fue construida con materiales tradicionales. Inspirada en las villas de La Toscana italiana, no faltan los pisos de calcáreas en la cocina, mochetas con protagonismo, la triple hilada de tejas en el arranque del techo, robustas chimeneas, una fuente, y una pérgola de hierro en el acceso.

Toda la casa tiene los tonos de la tierra cocida, en el bolseado del ladrillo y en la teja portuguesa hecha a mano. Dos sectores centralizan las actividades en la casa: el que forma la cocina con el estar-comedor, y la terraza con la parrilla.

¿Cómo se conforma tu equipo de trabajo?

El equipo es variable de acuerdo con la cantidad de trabajo. En general, oscila entre cuatro y ocho personas. Es un estudio chico. La mayoría de los anteproyectos los genero yo a la antigua: en papel sulfito y a lápiz. Después lo pasan a formato digital y lo vamos corrigiendo entre todos, en un ida y vuelta muy enriquecedor ya que somos de edades muy diferentes. Me gusta trabajar con gente joven. Tienen otros sueños y me mantienen actualizado.

¿Qué desafío te genera abordar un proyecto en su totalidad?

En realidad abordar el proyecto en su totalidad es lo mejor, porque es la manera de lograr que todo se integre de una manera armónica. En mi opinión, el arquitecto proyectista no debe ser el constructor, porque hay un conflicto de intereses y no hay quien le defienda la inversión al cliente. El arquitecto tiene que funcionar como nexo entre la empresa constructora y el cliente. Es por eso que nosotros no construimos directamente. Con el resto de los temas nos sentimos muy a gusto, ya que hace 25 años que trabajamos así.

¿Qué coyunturas del mercado de la construcción han cambiado favorablemente y cuáles no? 

En forma favorable es que hay mucha inversión extranjera en el Uruguay, que le dio un dinamismo muy importante a la construcción. Lo desfavorable es que los costos de mano de obra son altísimos pese a que la calidad de los operarios ha disminuido sensiblemente. Cualquiera se dice oficial finalista cuando a veces son apenas peones.

“Me gusta trabajar con gente joven. Tienen otros sueños y me mantienen actualizado”.

Sigue copy “El flaco Armas”, como muchos colegas y amigos lo llaman, parece no pertenecer al grupo de arquitectos que desarrollan un estilo particular, sino que actúa como receptor y transformador del gusto del cliente en arquitecturas nobles en todos sus ámbitos. Le resulta difícil hablar de “estilo propio” y en relación a la tan sabida “fusión de recursos” y a la apropiación de modas en arquitectura reflexiona: “Es posible que no se perciba a simple vista un estilo particular, pero creo que los que conocen mis obras enseguida las identifican aunque tengan en apariencia un ‘estilo’ diferente. Es muy difícil inventar algo en arquitectura, por lo que la fusión de elementos que experimentamos y  que permanecen en el subconsciente, es inevitable. El punto clave es la selección de estos elementos para lograr un proyecto coherente, de buenas proporciones y por sobre todo de buen gusto, que es lo que más falta hoy en día. Es muy difícil determinar si tengo un estilo propio o no. Lo que sí es seguro que no hago un solo tipo de arquitectura. Sin embargo, hay gente que reconoce mis obras con mucha claridad  y todavía me dicen que es una obra típica mía, cuando ni siquiera yo sé lo que es una obra típica mía”, explicó.

Fuiste de los primeros en la utilización de la piedra, pero lo hiciste contemplando una lógica formal. ¿Cuál es tu postura ante un recurso que se ha vuelto tan popular, pero que muchas veces es utilizado como un simple revestimiento?

La piedra, junto con la madera, es el elemento más antiguo utilizado para la construcción, lo que habla de su nobleza. Un muro  de piedra genera cosas que ningún otro material logra, ya que conjuga muy bien la solidez con la calidez. El punto es que en muchas obras se coloca solo por el hecho de estar a la moda y no como parte de un proyecto integral. La realidad es que mal utilizada, la piedra puede generar cosas espantosas. Hay proyectos en los que se ve claramente que el arquitecto no tenía pensado poner piedra, y por un capricho del propietario le revisten una pared y queda muy mal.

¿Desde cuándo el estudio incursionó en el desarrollo de proyectos urbanísticos?

Desde el año 1997, cuando  nos encargaron el proyecto de Altos de la Tahona. Desde entonces hasta ahora, es uno de los fuertes del estudio. Ya hemos proyectado más de diez urbanizaciones.

Espacio comercial con aire campero 

El centro comercial de La Tahona significó un desafío interesante, ya que cualquier espacio de compras edificado entre clubes de campo debía eludir el formato clásico de shopping, integrándose al entorno con una propuesta acorde con las construcciones de la zona. En este caso, se logró un lugar que cuenta con todos los servicios necesarios para los barrios que lo circundan. El proyecto incluyó 23 locales, aunque algunos se fusionaron para ampliar su capacidad. Un minimercado y un restaurante funcionaron como anclas, ya que tenían un destino predeterminado, pero el resto se fue modificando para adaptarse a la demanda.

El terreno en sí planteó un desafío importante por su forma triangular y  su topografía, con desniveles de más de 7 metros entre sus extremos. Por otro lado, el Camino de los Horneros es una vía angosta y muy transitada, por lo que para su acceso debió ser construida una vía paralela, a la que se accede por los dos extremos, estableciendo los estacionamientos en forma anexa.

En cuanto al lenguaje estético, se optó por combinar revoques texturados en colores tierra con palos de eucaliptus curado, conformando una agradable galería que actúa como conexión y paseo entre los locales, confiriendo al espacio un carácter de campo con aires mexicanos. En este esquema, la volumetría hace lo suyo. Se plantea acompasando el terreno en torno a un espacio abierto con vegetación que tiene a un quiosco como el elemento central en el cual convergen los caminos.

¿Cómo se reconfigura el diseño del todo contemplando la arquitectura de interiores?

Si bien en el estudio no hacemos interiorismo, cuando se concibe un proyecto, se piensa con una estética general determinada. Esto condiciona las terminaciones, el mobiliario, la iluminación, marcando los lineamientos generales de los interiores. Si el interiorista entiende y se compromete con el proyecto de arquitectura, tiene la mitad del camino transitado. Nosotros sugerimos, pero no siempre se siguen nuestros lineamientos.

¿Cual es perfil de clientes que apuestan a tu arquitectura?

Es difícil de determinar, pero me animo a decir de 40 años en adelante, que disfrutan del buen diseño y que les gusta vivir bien. Hoy en día estamos apuntando también a los más jóvenes, que deciden construir su primera casa.

Tu vínculo con la plástica, ¿cuándo comenzó?

Lo tuve siempre. A los 16 años fui al taller de José “Pepe” Montes, después conocí a Ignacio Iturria en Cadaqués en el año 1985. Él fue quien me mostró la filosofía y la forma de vida de un artista. Después fui por un tiempo al taller de Clever Lara  y de ahí en más siempre estuve en contacto con muchos artistas.

Bien temprano con el mate, o tarde en la noche con buena música, encuentra sus mejores momentos para dar rienda suelta y proyectar. No viaja tanto como quisiera, pero se hace tiempo para la cocina y disfrutar del buen comer. Federico Armas se impone una incesante búsqueda de soluciones, de seguir criterios aun abriendo un abanico de planteos estéticos, volumétricos y paisajísticos, sin apartarse nunca de la materialidad por sí misma, de la noble y arraigada a la esencia, la que denota una intención con fundamento, y no un capricho tendencioso.

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