Por Triana GAMARRA
En los básicos del hogar nos encontramos con la elección de un buen sillón. Tenés que verlo como una inversión, ya sea porque va a soportar tus maratones de Netflix, las siestas del perro o los saltos de tus amados chicos. Estamos hablando de una compra seria.
Entonces, ¿qué tener en cuenta?
El tamaño: Medí el espacio donde querés ubicar tu sillón, anotalo todo: ancho, largo y profundidad. Ahora salí a hacer tu recorrido con metro y libreta en mano. No te vas a arrepentir.
El esqueleto: Interiorizate en el interior del sillón, en chequear cómo y en que material está hecho. Porque si tenés hijos saltarines o mascotas grandes te recomiendo ir por maderas resistentes o soportes metálicos. Luego si el peso o su uso no es tu problema, podés ir por una estructura de pino que es más económica.
El exterior: No es nada personal, pero los hijos y las mascotas definen mucho de un hogar. Como también la tela que va a tener tu sillón. Si le podés hacer una funda desmontable estás del otro lado. Así, solo tenés que sacar, lavar y volver a poner. Pero si no es el caso, andá por fibras todoterreno, que sean fáciles de limpiar y que no absorban manchas. Podés pedir muestras de tela para que puedas probar todo esto.
Las patas: Si continúan la estructura del sillón, mejor. Lo ideal es que formen parte de él. Las patas atornilladas son en general menos resistentes.
La prueba final: Encontraste el sillón en la tela, estructura y tamaño ideal, le falta superar un obstáculo y es ¡probarlo!
Sentante y comprobá que los pies apoyen el suelo aún con la espalda apoyada en el respaldo. Las caderas tienen que quedar a la misma altura de las rodillas, nunca más abajo o hundidas. Por último, el apoyabrazos tiene que estar a la altura del codo, nunca por debajo.
¡Y si te animas, compartinos tu experiencia!