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Casa para DOS ABUELOS

Fotos Gonzalo VIRAMONTE /

 

Una residencia construida con sensibilidad, con la emoción a flor de piel de dar refugio a quien lo dio antes. Se trata de la casa que el Arq. Miguel Angel Viano, desde la oficina de arquitectura que lleva su nombre, construyó para sus padres en Valle Escondido, Córdoba (Argentina).

Fue terminada en 2017 y ocupa unos 300 m2 en toda su extensión de una planta. Para describirla, el arquitecto la recorre con extrema subjetividad y no menor, refleja con firmeza aspectos que van desde la elección de la implantación hasta la resolución técnica de su estructura y acondicionamientos.  «Más allá de tratarse de arquitectura, esta vivienda habla sobre dos abuelos, mis padres, personas que dedicaron su vida a nosotros, los hijos. El objetivo de esta casa fue siempre un cambio de vida, alejarlos del caos de la ciudad para aprovechar los beneficios de la naturaleza, en donde el terreno fue una condicionante esencial a la hora de embarcarse en el diseño y construcción de un nuevo hogar. Las premisas fueron simples, teniendo un pleno conocimiento de las personas que habitarían la casa, sus actividades, gustos y necesidades, se plantearon soluciones básicas pero efectivas. En primer lugar, el entorno ya ofrecía una de ellas, el contacto con la naturaleza, el sonido de los pájaros y el viento generando música junto a los árboles. La iluminación y el contacto desde la vivienda al exterior era fundamental ya que fue algo que faltó siempre en nuestra casa de toda la vida. No menos importante, la necesidad de una vivienda en un solo nivel y con el menor mantenimiento posible terminó de cerrar las ideas de diseño y la elección de materiales nobles», expresa Viano.

Una casa que respira, serena y elevada

El interior se vive en sí mismo, y el exterior lo habita en su totalidad. La naturaleza crece serena, enmarcada en el espacio otorgado y como un residente más de la casa. La corteza de tres delgados y erguidos troncos de árboles son como de la familia, coexisten con el hormigón y la herrería, y oxigenan a los residentes. Nada fue impedimento, la razón y la emoción (además de la tecnología) siguieron el corazón de este hijo arquitecto, que fueron puestas en práctica para materializar la casa perfecta de sus progenitores.

 

Una gran plataforma la sostiene y a su vez la despega del suelo, ya que una raja iluminada recorre su perímetro inferior pareciendo elevarla, y un ventaneo superior posibilita con gran liviandad el apoyo de la cubierta. La forma en L divide las áreas públicas de las más privadas, resolviendo contiguamente estufa a leña con el parrillero exterior, abierto este último a la gran galería a la que se abre la casa hacia el jardín posterior. La estructura metálica a la vista se desdobla en dos formatos: pilares y vigas para una cubierta horizontal en el sector de living, comedor, servicio y cochera, y una cubierta en dos aguas invertida que techa el ala de los dormitorios, vestidor y baños.

 

 

Espacios propicios para la terapia y la reunión familiar

«El respeto por lo autóctono fue primordial permitiendo integrar la naturaleza a la casa, convivir con ella, no solo observarla, generando compañía entre el hombre y los árboles, cuidando de ellos y promoviendo una nueva actividad para dos personas mayores disfrutando del movimiento de la vida cuando sopla el viento. Finalmente, el uso de ambientes amplios y correctamente vinculados entre sí para proporcionar todas aquellas sensaciones que alguna vez faltaron en su antigua residencia en la ciudad, forman parte de esta casa que se propone como un espacio de terapia con el solo objeto de mejorar su calidad de vida, fomentando la reunión familiar de tres generaciones muy unidas, que, mediante ella, la casa, busca potenciar un vínculo que trasciende lo meramente material», agrega el arquitecto.

 

Las piezas de mobiliario que retrotraen a uno de los clásicos del estilo Mid-Century Modern como la Eames Lounge Chair & Ottoman, de Charles and Ray Eames, junto a demás mobiliario de líneas simples algunas y más voluptuosas otras, pero igualmente livianas en su materialidad, le dan un carácter moderno a esta vivienda en la cual sus ocupantes depositaron tantas historias como años para continuar el relato en familia. La fusión de los estilos de mobiliario en clave casi monocromática incluye por ejemplo el modelo Ghost de Philippe Starck para las sillas del comedor (estilización moderna del diseño original barroco de Louis XVI), arañas antiguas recuperadas, y una mecedora con el tinte caoba seguramente original formando parte de la sala son objetos que recorren todo un siglo: principios, mediados y fines de 1900, en realidad albores del 2000. Pareciera un paralelo del transcurso de vida de sus propietarios.

 

 

Otros participantes del proyecto: Arq. Marina Forner (colaboradora), Mattiuz-Lozano (asesores estructurales), Arq. Maximiliano Primavera (Proyecto de iluminación).

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