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De espíritu libre y alma geométrica

Un artista, un esteticista, un geometrista, un dibujante autodidacta, pero también
vidrierista y músico. Carlos Presto es un hacedor con alto tenor creativo, forjado en
lo más indisoluble del trazo perfecto.

Corrían los años 90 en Buenos Aires, y fue una amiga -propietaria de una casa de decoración- quien lo invitó a diseñar una línea de accesorios para su local. “Yo tenía una facilidad natural para el dibujo, a la vez que iba aprendiendo en el trayecto cómo se hacían las cosas (…) En este caso el experimento funcionó y la técnica mejoró”, recuerda Carlos Presto sobre sus comienzos en la capital porteña, donde residió hasta su retorno a Uruguay en 2002 instalando su taller en Montevideo.

En una etapa de su vida tomó clases de teatro, cuando consideró que necesitaba trabajar la forma de relacionarse laboralmente coincidiendo cuando casi tenía decidido que el camino iba por el arte. Su fanatismo por el jazz lo hizo materializar una obra que traería frutos: pintar para la cabecera de su cama la tapa de un disco de Miles Davis (trompetista y compositor estadounidense lanzado en 1986 por Warner Bros Records), momento en que comenzaría su ruta dentro del estilo figurativo, fiel a su instinto agrega: “siempre me gustó el trabajo de estructura, la  matemática y la geometría”.

Años más tarde, en base a la confianza de su amiga empresaria una vez más desplegaría tela en blanco para decididamente incursionar en la pintura geométrica. La señal para él había llegado, y desde ese ámbito vinculado a lo decorativo buscó generar una muestra de pintura en esa línea de trabajo. Así rápidamente llegó a las galerías bonaerenses, y una de ellas –a partir de aquel cuadro de Davis- le ofreció pintar bajo la mirada hiperrealista una colección de músicos de jazz (en óleo). A pesar de contar con esta oportunidad que le había abierto las puertas, Carlos sentía no encajar con el camino elegido, con su encuentro con la pintura misma. Desmotivado, la producción se enlenteció al tiempo que le devolvió la inspiración por una herramienta que no se desprendería jamás: el tiralíneas. “Inventé la técnica del ‘tiralíneas por grillas desplazadas’ para suplantar la figuración hiperrealista por otra que tuviera más que ver con mi idea de trabajo artístico, que si bien no existía, latía inconsciente en mí” agrega, y así da comienzo su simultaneidad entre destreza y método, una técnica que llamó “andamios virtuales”.

 

Mi producción está
dirigida a mí mismo.

 

Carlos Presto pintó la portada del disco Tutu de Miles Davies en 1997 con una consecuente interpretación de la realidad del retrato del célebre músico, diez años después del estreno del disco. La portada fue fotografiada por Irving Penn y diseñada por Eiko Ishioka (quien en 1987 recibió el premio Grammy por Mejor Álbum paquete por su trabajo como director de arte). Estaría pendiente el reconocimiento para Presto, tan solo por la calidad representativa de la que fue la primera obra figurativa de este artista plástico de sangre charrúa y ancestros en Diamante, un pueblo de pescadores en la provincia de Cosenza conocido por los característicos murales en sus casas.
Era en el barrio el que de muchacho se encargaba de pintar las remeras de sus amigos, o cualquier otra cosa que tuviera que ver con la expresión, la manualidad y la pintura, y así casualmente, entró en el mundo de las artes plásticas. Geometristas argentinos nacidos en la década del 30 como Ary Brizzi, Mac Entyre y Julio Le Parc han sido sus grandes referentes por el rigor técnico de sus creaciones, desde la pintura, la escultura y el diseño, mismas áreas donde Presto ha desplegado su ingenio en lienzos, objetos, esculturas y vidrieras de locales de ropa e indumentaria.

 

Contrastes y complementarios

La Serie Ópticos viene siendo desde 2012 su búsqueda más sensata en relación a su forma de habitar el espacio cotidiano. La matemática es ante todo orden: premisa, proceso y
resultado, y con este atributo su inspiración encuentra el respaldo organizado del pienso, que luego su técnica traduce al lienzo (acrílico sobre tela). “La geometría me da paz. En
estas series me baso en el cruce de líneas verticales con curvas generadas a partir de un punto, pero también en la métrica y en el crecimiento de cada una de esas líneas. Los espacios en el total del bastidor son producto de cálculos con el ‘número de oro’ o la relación sagrada, que existen en todo lo que tiene que ver con la naturaleza, y es lo que me resulta más interesante de estudiar a nivel matemático”, señala.
Pareciera que en el trabajo de Presto solamente el dibujo lineal es la esencia de la obra, pero también lo es la preparación de la paleta de colores y cómo trabajan en conjunto las tonalidades elegidas: “parto de los tonos originales de cada paleta, de la relación de contraste llamada ‘complementario-dividido’ por los dos colores que están a cada lado del contrario, o sea, el color principal que voy a trabajar”. El concepto de cinética peina toda su obra, incluso para su sorpresa advierte el fuerte impacto que este lenguaje, por la sencillez, causa en los niños, efecto que lo llena de satisfacción al presenciar esa suerte de emoción pictórica de tan pequeños observadores. “La relación lineal genera una cinética. La cinética es una geometría de borde limpio que ayuda a que los planos tengan movimiento”, apunta.

Luego del resultado de la geometría en el plano, Presto investigó en la geometría que deviene de la transformación secuenciada de elementos en el espacio, específicamente a partir de objetos. Para su primer trabajo como vidrierista para Benson & Thomas el artista cuenta que la idea fue generar objetos con libros, doblando sus páginas en distintas secuencias. “En general hago previamente un cálculo de las hojas que tiene para no tocar nada de su esencia, lo hago a partir de libros comprados en la feria y respetando el objeto libro para generar volúmenes y formas”, cuenta. Así genera estructuras de doblado, un
técnica que afirma es sencilla y mecánica, casi terapeútica, un ejercicio de facetado donde la repetición exacta de cada hoja va conformando nuevas aristas que siguen el lineamiento estructural que el artista se estableció para este acto de reutilización.
Al principio fue un disparador, una búsqueda que pasó de ser estudio experimental a objeto resuelto para el diseño conceptual de las vidrieras de este local con un componente especial que dio paso a esto: su amistad de larga data con el propietario de la marca, quien lo invitó a sumarse en este proceso en el que ambos producen ideas. “Nos gusta y disfrutamos hacer este trabajo en conjunto como un ejercicio artístico intelectual”, afirma haciendo referencia al proceso: una lluvia inicial de ideas, luego la definición de los objetos (algunos buscados y otros que sencillamente encuentran y guardan para cuando llegue la oportunidad), y finalmente es él quien se encarga de dar forma a la instalación. A partir del objeto seleccionado encauza el armado y la idea del montaje, que a veces es en forma de caída de objetos y otras de estructuras, pero siempre el ritmo a consecuencia de la repetición está presente. “A pesar de que la vidriera tiene ese falso 3D, que en mi cabeza es real, siempre lo pienso en tres dimensiones”, señala.

 

 

La geometría
me da paz.

Estructuras de doblado

La experiencia de los libros, que comenzó para una de estas vidrieras, hoy este artista multitécnica la reserva para avanzar en el ámbito expositivo. Es su deseo que estos libros objeto tomen otro vuelo, comercializable incluso, como forma de reutilizar añejos ejemplares, que ya la rutina no les da la oportunidad de servir para el fin con que fue creado, tan luego esta chance lo mantiene con vida y caracterizado con otro uso, rememorando en el presente una intelectualidad que perteneció a otro momento de la historia. El concepto creativo, el alcance visual y la escala de lo efímero en el paño desplegado en una vidriera contenedora de una secuencia de un objeto, es a su vez la que hace al conjunto. Le preguntamos sobre el ejercicio que realiza para seleccionar “el elemento” que toma de base para repetir, y el análisis del espacio-vidriera a intervenir: “la ejecución de vidrieras me conecta con lo volumétrico”, reflexiona el artista, cuyo trabajo en la escultura le habilita a poder pensar naturalmente en el espacio en 3D.


Lejos de pensar en una instalación donde la textura de fondo puede convivir, trabaja los espacios de las vidrieras preferiblemente sin textura, recurso de partida que también utiliza en sus cuadros. En la relación del arte y la arquitectura de interiores, los fondos y espacios juegan un papel importante para la obra que se va a instalar, “cuesta hacerla convivir con alginos tipos de pintura, estas obras necesitan espacio para desarrollar la propia cinética de la obra”.
Si bien no hace obra por encargo, incurre en excepciones con los clientes que se lo piden porque se sienten cómodos con su línea estética y conceptual. “Prefiero trabajar el lienzo en las medidas que me gusta y en las que tengo ganas”, afirma. La matemática, es precisión, la precisión es orden, y ese es el sistema que rodea el metier de este autodidacta por los últimos 30 años de carrera artística. La estética es su base primitiva, y la estructura matemática es lo que impacta de sus cuadros, que también haciendo cálculos agrega “mis cuadros son de muchas horas, solo uno me puede tomar 150 horas de mi vida”, alineado al compás, a la regla, y al clásico tiralíneas, sin necesidad de utilizar ninguna herramienta digital para apoyar su plano de trabajo.
“Mi producción está dirigida a mí mismo. Es el tipo de pintura que me gusta ver y tener cerca, es el disfrute de sentarme a mirar los cuadros cuando los tengo terminados”, señala Presto. El consumidor del estilo geométrico forma parte de un público específico, que el artista con el correr de los años ha vislumbrado mayor recepción en aquellos relacionados a la ciencia “tienen parte del camino allanado, porque tienen las estructuras de la geometría inconscientemente aprendidas, arquitectos, ingenieros, se sienten bien con mi trabajo, también el coleccionista contemporáneo ya que tiene una cierta afinidad con la
geometría”.
Actualmente en Uruguay, Galería Ciudadela (Guerra Galería de arte, en Punta del Este y Montevideo), Galería Diana Saravia (cuadros) y Galería del Paseo (libros objeto), Arte aplicada en San Pablo, otras en Buenos Aires y Miami son algunas de las galerías que trabajan sus obras..

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