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Fotos | Federico PAUL

La luz natural se hizo presente casi como un mandamiento. Una inteligente y
audaz intervención arquitectónica la transformó en una casa llena de vida y
contemporaneidad.

 

Está ubicada en el Barrio Boating Club de San Isidro, en la localidad de Béccar, que fue,
sino el primero, uno de los primeros barrios cerrados que se construyeron en Buenos
Aires. Actualmente está totalmente consolidado y sus casas tienen un carácter muy
especial por su arquitectura y su implantación urbanística dentro del barrio. Algunos
lotes ya van por la segunda vuelta, es decir, que se han demolido las casas y se han
construido nuevas. Pero a la mayoría -por tratarse de buena factura constructiva- los
nuevos propietarios han optado por reciclarlas y hacerles una puesta al día contemplando
parámetros de confort aplicado al diseño. Este es el caso que le tocó a la arquitecta Ana
María Carrera: intervenir en una de las 160 casas dispuestas sobre los canales que
componen el boating, con salida al delta y al Río de la Plata.

 

“Acompañé a mi clienta en el proceso de selección de la casa para vivir con su familia. Cuando llegamos a ésta, me invadió una sensación indescriptible de estar ante un mismísimo diamante en bruto. La casa, de construcción sólida, sin problemas ni patologías constructivas, era como un témpano vacío y mal aprovechado. Estaba habitada, pero de una manera muy extraña. Los ex dueños claramente se apropiaban de los espacios sin optimizar el real potencial de la propiedad”, explica esta joven arquitecta uruguaya que centra su trabajo en el rubro residencial y está radicada en la capital porteña desde hace diez años.

 

“Visualicé el resultado final y nos pusimos manos a la obra”, cuenta Ana María, cuyo principal desafío fue repensar la distribución, el destino de cada ambiente y la lógica de la planta tras detectar que “en sus 400m2 parecía que nada estaba del todo bien resuelto y al mismo tiempo, teníamos que intentar conservar la estructura lo más intacta posible, porque desde el principio valoré la calidad de la construcción y el estado de conservación impecable de los elementos estructurales de esta casa”.

Suelten amarras
“Desarrollada en un terreno de 800 m2, estuvo concebida de una manera muy particular si se la compara con el resto de las casas del boating. El arquitecto original optó por ubicarla contra el retiro posterior, seguramente en busca del mejor asoleamiento, lo cual trajo como resultado el jardín al frente de la casa, a pesar de tener el río en la parte trasera desde donde soltar amarras y disfrutar los deportes de agua. Teníamos que darle vida al pequeño patio del fondo, sin luz, pero lindante con el paisaje náutico, y por otro, lograr armar un jardín con piscina en el frente de la casa, donde había mejor asoleamiento, pero sin intimidad ni contacto con el resto de las instalaciones de la casa”.

 

Una de las grandes decisiones fue mover la piscina de lugar, lo que obviamente generó nuevos usos en el jardín y su correspondiente conexión con los espacios lindantes: sectores donde en conjunto se suceden los momentos más preciados de disfrute, sobre todo en verano. Esto implicó convertir los garajes (demoliendo paredes y eliminando portones de acceso) en la galería y solarium de la pileta. Todos los pavimentos exteriores se uniformizaron a través de un tratamiento que es cada vez más utilizado: el revestimiento granítico o terrazo, también llamado Monolítico. Se eligió en blanco y negro, alineado a los colores que se proyectaron para otros elementos y equipamiento de la casa. “Me gustaba la idea de que el mismo material de los pisos se metiera en la piscina, y debo decir que todos innovamos en eso, hasta el propio fabricante del terrazo reconoció no haberlo hecho nunca, pero finalmente el espacio quedo increíble”. 

La herrería en balcones y barandas también tuvo su cuota en la aceptación del cambio. Su reformulación jugó un rol determinante en el diseño de fachadas, ya que se mantuvieron los parantes horizontales de las originales y solo se agregaron planchuelas verticales. Tan solo este gesto valorizó todos los alzados. Algo parecido sucedió con el revoque liso alternado con el franjeo horizontal, que en algún momento se pensó en eliminar, y finalmente ganó otra vez el blanco. A pesar de las dudas, el antes y después es sorprendente.

En la planta alta también el monolítico invadió las terrazas, como criterio inamovible para uniformizar los pavimentos exteriores. Un balcón curvo que da hacia la mejor vista del río, contempla y revaloriza el paisaje del boating, así como la vivencia entre el deck y el muelle.

La propietaria, abierta al talento creativo del equipo, en el que confió plenamente, desde la reformulación arquitectónica hasta los detalles más “home”, tuvo un solo requisito preciso desde el comienzo: ¡que todos los pisos fueran blancos!. Por esa razón, los originales de madera de Viraró fueron pintados y junto al tratamiento del resto de las superficies, se logró la estética imaginada por ella.

¡Hágase la luz! “El lucernario existía, pero lo hice de vuelta”, agrega convencida de su acertada visión. El lugar era ideal como comedor diario para integrarlo a la cocina, todo hecho en aluminio al igual que el resto de las aberturas, ya que se descartó el uso del PVC por carecer de procesos de fabricación sustentables.

Plantas invertidas
Otra característica de la casa es que estaba planteada con sus usos principales en planta alta (PA), mientras que en la planta baja se desarrollaban las áreas de servicio y la suite principal. Esta “rareza” es más común de lo que pensamos, y es un verdadero desafío de tipo programático, no siempre fácil de resolver. Este fue el reto, dotado de mucha adrenalina profesional, donde Carrera centró varias semanas de proyecto. Estudiando en conjunto con la propietaria el destino que se le quería dar a cada sector, llegó a la solución neurálgica de la casa: lograr desarrollarla y auto abastecerse solamente en su PA. De esta forma “las grandes superficies se achican y la casa de 400m2 cobra una escala muy amigable”, confiesa.

Me gusta ponerme en los
zapatos del cliente para pensar
la arquitectura en función de su
forma de vida.

La pregunta sobre la escalera, ubicada al frente de la casa, fue simple. ¿Si tiene porte por qué no empoderarla? Todo el espacio frontal del predio se modificó bastante respecto al planteo original, sobre todo en el uso. La escalera continúa el pavimento monolítico, cobrando protagonismo al destinarle el acceso principal de la casa, que pareciera estuvo allí esperándolo durante décadas. La particularidad, es que ahora la escalera conduce directo al recibidor, al living y demás espacios vivibles de la casa como dormitorios con sus vestidores y baños en suite, al comedor, la cocina y al office. Una planta alta radiante, saludable e integrada por espacios confortables.

Finalmente fueron 12 meses de obra intensa en lo que refiere a la incisión arquitectónica y a la estética general que devolvió a la vida una residencia ochentosa, con aire meditarráneo y algún capricho modernista. El interiorismo de los espacios fue abordado por las Hermanas Caradonti + Paquita Tézanos Pinto, mientras Agustina Anguita tuvo a cargo el paisajismo. “Formamos un equipo de trabajo súper comprometido y podemos decir que fue una obra muy gratificante. Las decoradoras abordaron el mobiliario, cortinas, alfombras y objetos, y estuvieron presentes a la hora de definir los materiales y las terminaciones, como mesadas, griferías, etc. En todo momento quise contemplar que la ‘cáscara’ que ellas recibieran estuviera acorde a la estética que estaban buscando con el proyecto de interiorismo. El aporte de la paisajista fue crucial para lograr de un terreno plano con un fuerte muro medianero, una propuesta que acompañara un jardín frontal con vida íntima. Los paños de césped se alternaron con caminería y canteros, algunos cubiertos de corteza, para mejor mantenimiento del sustrato, y otros con binder (piedras muy pequeñas que permiten el crecimiento del verde)”, agrega la arquitecta.

Toda la casa está hecha con materiales naturales. Tanto la mesada de la cocina, como las de los baños son de mármol de Carrara. En la cocina se le aplicó un tratamiento de termovitrificado para minimizar las marcas y manchas propias del uso y en los baños el mármol abarca paramentos y tinas de importantes dimensiones.

Método Montessori. La cuna está diseñada bajo parámetros de este método educativo que también se aplica en la casa: sin barrotes y al ras del piso, para favorecer la independencia de los más pequeños.

Blanca y randiante va la novia. Muros, losas, pilares, ornamentos de fachada, y al interior, piso, zócalos, puertas y paredes: todo pasó a ser blanco. El blanco más puro, una exquisita neutralidad que sumó en calidad estética a una apuesta que, aunque diferente, se impuso en los albores de una época de oro del mercado inmobiliario bonaerense.

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