En la época victoriana el acto de enviar flores llevaba implícito un mensaje para el destinatario.
Cada flor era dueña de su propio lenguaje, mudo pero cargado de magia y significado: pasión, pureza, infidelidad, amistad, deseo, rechazo, son alguna de las intenciones que eran expresadas al momento de enviar una flor. Una hermosa costumbre que se ha perdido con el paso del tiempo pero que siempre estamos a tiempo de recuperar.
En lo personal, quiero recomendarles el libro “El lenguaje de las flores” de Vanessa Diffenbaugh, una novela cargada de sensibilidadpara quienes, como yo, las flores y su entorno forman parte importante de nuestra vida.