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Fotos JAVIER PICERNO

El diseño de los 50 retorna a los interiores bajo el sello Mid-century, un estilo revindicado con solemnidad absoluta en los gestos proyectuales de piezas de colección que los más fieles seguidores apuestan a incorporar en sus espacios contemporáneos.

 

En uno de los clásicos edificios racionalistas de Buenos Aires, Argentina, un apartamento ubicado en pleno barrio Retiro con aproximadamente 250 metros cuadrados de planta, es donde un joven matrimonio de profesionales comparte la pasión por la estética de los años 40 y 50. La idea rectora nace del gusto de los propietarios y el placer que significa para ellos recibir amigos, la hora del aperitivo y su debilidad por la vida urbana. En base a una selecta inspiración con amplia sobriedad cromática, el diseñador Facundo Amándola a cargo de Ascolta Design (Estudio de Diseño de Interiores y Producto), le dio forma a la Hora Mágica tan preciada para sus clientes.
“Es esa hora del día en que regresamos a casa, recibimos, abrazamos y agasajamos a nuestros seres queridos: un hogar abierto al disfrute”, reseña Amándola, como uno de los mayores desafíos a materializar en el proyecto.

Para ojos entrenados. Los viajes a Europa de la pareja dejaron recuerdos imborrables, y por tanto, las piezas fotográficas y escultóricas de pequeña escala que decidieron traer fueron preservadas para cuando llegara el momento de compartir con ellas el diario vivir. Y esto se hizo realidad gracias a una perfecta ambientación, cuya atmósfera nocturna es
aún más prometedora, sobre todo al recibir amigos en formato de cocktails informales que dotan a los encuentros de grandes cuotas de diseño new fifty. También una obra fotográfica de la muestra de Bruggens Gallery (en blanco y negro de grandes dimensiones) -con una estrecha asociación al ritmo, a la estética y al criterio- fue estratégicamente
ubicada para que conviva en un espacio cotidiano, pero a su vez con cierta distancia para que puedadeslumbrar a cualquier ojo artísticamente entrenado. En el estar la alfombra está tejida a mano (de la marca Elementos Argentinos).

 

Fueron seis meses de obra, la que consistió en una primera instancia, en la unificación de uso de algunos espacios y luego lo respectivo al mobiliario. Si bien la planta original del apartamento planteaba una buena distribución -característica común a la época del edificio- se detectaron usos y terminaciones con una necesidad incisiva de intervención para optimizar confort y tecnología en pos del habitar moderno, y cuyo resultado en este aspecto claramente incrementó el valor arquitectónico del piso.

“Desde el primer día que los clientes se acercaron al estudio, nos encontramos con la grata sorpresa de poder dar rienda suelta a la imaginación. En los diversos encuentros fuimos analizando y detallando los requerimientos, perfiles estéticos, culturales y psicológicos de los futuros moradores, logrando así una relación de amistad y comunión
entre profesional y comitente”, señala Amándola.


Desde el proyecto, tanto el mobiliario como cada una de las terminaciones fueron desarrolladas con especial relevancia. “Fue un ejercicio constante de ida y vuelta entre los años 40’, 50’ y el presente. El bagaje de mobiliario de mediados del siglo XX y algunas versiones actualizadas que tenían nuestros clientes, sumado a elementos netamente contemporáneos, definieron la estética y la paleta cromática. Colores agrisados, beige, visón, negro y toques color madera como anigre y roble de eslavonia recorren todo el proyecto, acentuado con toques de dramatismo generados a la noche por la iluminación puntual y de baja altura. La clave final fue dar el brillo necesario para resaltar algunos elementos en distintos espacios con materiales laqueados, aceros, piedras pulidas y espejos”, comenta el diseñador uruguayo radicado en la capital porteña.

Un dúo de grandes espejos ubicados en el living como gran marco de contundentes piezas
de mobiliario, precedidas por un pienso específico para lucir en el conjunto, son a la vez
cuadros y reflejos en este espacio central del apartamento, biselados y recostados a la
pared como manda la tendencia, de 2 x 1,20 metros cada uno.
Ni bien se ingresa por un corto pasillo, un vistoso dressoir y luminarias escalonadas de
acero típicamente de lenguaje art deco, adelantan la estética del apartamento. El living
se compone de tres sectores: el bar, la biblioteca y el sector más amplio con un cómodo
sillón en “L” de grandes dimensiones (de Walmer), que junto a dos butacas tapizadas
rodean una mesa de centro en mármol negro y acero negro satinado, diseñada y fabricada
especialmente para el espacio.

 

En el sector de la biblioteca hay cuatro butacas que le imprimen a esta parte del living un
dejo cinematográfico junto al tocadiscos y colecciones musicales, además de un equipo
multimedia. Dos pares de butacas dialogan a pesar de sus diferencias: dos en madera y
género art deco originales adquiridas en un anticuario y restauradas en los talleres del
estudio, y las otras dos poltronas en acero y cuero (de Landmark Argentina), que son parte
de la colección actual de la marca, producidas localmente bajo inspiración en diseños
de los años 40 y 50. En conjunto, todas rodean una mesa de centro en madera y vidrio,
adquirida también en un anticuario.

 

En general, el mobiliario es una mezcla de diferentes piezas heredadas, muebles de anticuariado restaurado y piezas contemporáneas adquiridas en firmas de diseño (del Distrito Arenales de Buenos Aires) o diseñadas y fabricadas especialmente para este
proyecto. El común denominador son las líneas rectas y las reminiscencias geométricas, optando por las más sobrias paletas e incluso por la valoración del trabajo artesanal, que en todo caso, y bajo los cánones de estudiados diseños, lograron ilustrar la esencia de
mitades de siglo pasado, que muy acertadamente como en este caso, siguen vigentes con exitosas facturas en materia de arquitectura de interiores.

Cocina amplia. En las áreas de servicio, la antecocina y cocina se transformaron en un espacio más interactivo y menos formal para el diario vivir de esta familia joven. Se resolvió generando un gran ambiente que incorporó lo último en tecnología gastronómica y lumínica, con algunos guiños al pasado como la cocina industrial recuperada y el piso en damero con una impronta contemporánea. Contiguo a este espacio, el área destinada originalmente al servicio doméstico se convirtió en dormitorio de invitados y sala de relax, lo que ciertamente habla del viraje en los hábitos y costumbres y de cómo los
habitantes del siglo XXI poseemos dispositivos que nos hacen más fáciles y organizadas las tareas de la casa. De eso se trata, de hacerlo uno mismo, incluso del goce de cocinar en familia.

Fue un ejercicio constante
de ida y vuelta entre los años
40’, 50’ y el presente.

 

Transparencia que insinúa. La mampara del baño de visitas está realizada en cristal brillante gris humo. Este efecto en el cristal deja pasar la imagen, pero sin transparentar 100% lo que acontece en el interior de la zona de ducha. Puntualmente, la imagen impresa en la superficie fue diseño del equipo gráfico del estudio, concebida con la premisa de generar misterio, timidez e intimidad por lo propio del espacio donde se encuentra.

 

El vestidor. La reminisencia al mueble industrial está presente, sin embargo, la madera logra hacerse espacio con diseños que aplican las líneas características de mitades del siglo pasado como por ejemplo el clásico dúo de Eames que sella la composición del vestidor: sillón giratorio y reposapies Lounge chair y Ottoman en cuero de Charles & Ray Eames, mobiliario ícono por excelencia y preciado desde el Mid-century hasta hoy día.

Wellness como tendencia
En las áreas privadas, tres dormitorios y dos baños se convirtieron en una
gran master suite con dormitorio, vestidor y baño con todos los servicios
wellness del vivir actual, más otro dormitorio con baño. Bienestar en los
titulares y en la vivencia también, de eso trata este hogar.

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